El tapón. Los revoluces del trabajo. La familia. Las noticias. Los chavos... ¡aaaay, qué estrés!

Parece el cuento de nunca acabar, pero lo bueno del caso es que, sin importar las circunstancias (y aunque no lo creas), la presión del día a día es manejable y, con unas sencillas técnicas, puedes hacer de una montaña un granito de arena, más saludable para tu mente y espíritu.

El Centro para el Bienestar de la Universidad de Santa Clara, en California, menciona diez consejos para que no pierdas la cordura en tiempos de crisis. Presta atención:

Contrólate a ti mismo

Si tu ambiente es un desastre o estás rodeado de personas incordias, te vas a sentir incómodo. En la medida que puedas, “limpia” tu entorno de influencias negativas y personas que te chupan la energía, o al menos pon distancia de las “sanguijuelas emocionales”. Mejor solo que mal acompañado.

Organízate

La lista es extensa; las tareas inacabables. ¿Cómo mantener la paz? Haciendo listas en el celular, llevando una agenda, anotando en un papel en la nevera… mientras menos cosas tengas que tener en la cabeza –y puedas tener a simple vista- mayor tu sensación de seguridad y tranquilidad.

Descansa lo suficiente

Dependiendo de tu edad, necesitarás unas horas de sueño básicas. Se recomiendan entre siete y ocho, pero hay personas que funcionan con menos o más. Establece un patrón de sueño acostándote y levantándote a la misma hora, y pronto crearás el hábito.

Escucha tu cuerpo

Si últimamente te está dando dolor de cabeza o de estómago con frecuencia, tienes “el mono trepao” o no puedes dormir, tu organismo te está diciendo que cojas las cosas con calma. Si mantienes altos los niveles de estrés, tu cuerpo va a resentirlo y podría degenerar en enfermedades.

Despeja la mente

No tienes que salir a gastarte un dineral en divertirte. Hay actividades que cuestan muy poco y energizan, como pasear en un parque, ir a la playa o cuidar el jardín. Lee, escribe, pinta, o explora nuevos talentos, como la música.

Quiérete y date un break

Cometer errores es de humanos, pero quererse y aceptarlos es de sabios. En el corre-corre diario puede ser que sientas que constantemente metes las patas, pero reconocer en lo que estás fallando será el primer paso para no volver a equivocarte. Evalúate, perdónate y pasa la página.

¡Sacude el esqueleto!

Si estás ocho horas en la oficina y luego pasas las siguientes ocho durmiendo, te quedan ocho para distribuir entre comer, hacer quehaceres de la casa, guiar, etc. Entonces, ¿por qué no coger una de esas horitas para ejercitarte? No importa si tienes que fraccionarla en tandas de 15 minutos entre una cosa y otra; el punto es que te muevas. Le harás un favor a tu cuerpo y tu mente.

Concéntrate en lo positivo

Sí, las cosas se salen de control. Sí, la vida es dura. ¿Por qué pasar horas pensando en ello? Si eres de los que se la pasan rumiando problemas, lo único que lograrás es romperte la cabeza y entrar en más estrés. Busca, entonces, avenidas de relajación, como la meditación, escuchar música suave o, simplemente, sentarte en silencio en un lugar bonito y pacífico. Créelo que funciona.

Come conscientemente

Volvemos al corre-corre: a veces es más fácil pasar por el servi-carro y “jampearte” un combo, pero no le estás haciendo ningún servicio a tu organismo. Si te organizas, preparas una lonchera y cocinas, no solo vas a gastar menos, sino que te vas a alimentar mejor y te sentirás mejor. Además, evita los estimulantes (como el café y los cigarrillos) y los depresores (como el alcohol). Verás la diferencia.

Mete mano

No te preocupes: ocúpate. Actúa cuando sea necesario; no tires los rollos bajo la alfombra ni esperes que la solución caiga del cielo. En lugar de esperar que otros te resuelvan, busca tú la solución. Ahora, si necesitas ayuda, pídela: no hay nada de malo en aceptar nuestras limitaciones. De la misma forma, si te pide ayuda y está a tu alcance, bríndala. Te sentirás mejor y más relajado.

Fuente: http://www.scu.edu