El entrenamiento físico constante no solo rinde frutos a nivel muscular, en las articulaciones o la capacidad cardíaca; también beneficia al cerebro, mejorando la memoria y las habilidades cognitivas.

Esta relación no es una novedad en el mundo médico, pero cada vez se suman más antecedentes que confirman las ventajas que aporta la actividad física a nivel cerebral.

"Hay varios aspectos positivos -dice el doctor Gonzalo Fernández, deportólogo del programa Prodeporte de la Clínica Alemana-. Unos tienen que ver con la salud mental de la persona: quienes se ejercitan en forma regular suelen tener menos ansiedad, menos depresión y una mejor autoestima".

Por otro lado, está comprobado el beneficio a nivel cognitivo: en estudios en niños y adolescentes, por ejemplo, se ha visto que aquellos que practican alguna actividad deportiva muestran un mejor rendimiento académico y más concentración en clases. Ventajas que también se observan en adultos.

"Mientras más temprano se comienza a crear el hábito, mayores serán los beneficios a nivel intelectual y de salud mental. Pero a cualquier edad se produce una ventaja en relación a quienes no hacen ejercicio", acota Fernández.

Si bien no hay dudas sobre el vínculo entre ejercicio y mejor funcionamiento cerebral, no está completamente claro cuál es el mecanismo detrás. Esta semana, un estudio de la U. de Texas -publicado en el Journal Frontiers in Aging Neuroscience- da pistas al respecto: un aumento del flujo sanguíneo cerebral sería la clave.

La doctora Sandra Bond y su equipo reunieron a un grupo de 37 adultos sanos y sedentarios, de 57 a 75 años. A la mitad de ellos se les sometió a un entrenamiento de ejercicio aeróbico de una hora sobre una bicicleta estática o una trotadora, tres veces por semana y durante tres meses.

Junto con evaluar su función cardíaca, mediante resonancia magnética midieron el flujo sanguíneo cerebral antes, durante y después del ejercicio. Lo que vieron es que quienes se mantuvieron activos lograron "un aumento de este flujo en una de las regiones claves de la cognición, el área singular anterior, que indica mayor actividad neuronal y mayor tasa de metabolismo cerebral", dicen los autores.

Este mecanismo se une a otros factores que hasta ahora se cree influyen también en el buen funcionamiento del cerebro. El neurólogo Álex Espinoza comenta que "la actividad física regular disminuye el riesgo cardiovascular y eventuales lesiones cerebrales de causa vascular", que pueden provocar trastornos cognitivos.

Además, las personas que se ejercitan liberan más endorfinas y serotonina, que favorecen un mejor estado de ánimo y bienestar general. "Eso ayuda a enfrentar mejor exigencias y dificultades de la vida diaria; un buen estado emocional incide en un mejor rendimiento intelectual", agrega Espinoza, quien es académico de la Facultad de Medicina de la U. Diego Portales.

Asimismo, la interacción y las relaciones sociales asociadas a la actividad física son también protectoras, pues se ha visto que ayudan a minimizar o retardar el declive cognitivo asociado a la edad.