El suicidio no es cosa de juego.  La frase podría sonar un poco trillada, pero no es así. 

A pesar de que es  común escuchar grupos repetir hasta la saciedad  sobre la importancia de reconocer conductas suicidas y de que una vez están identificadas, sean atendidas de inmediato, tal parece que algunos continúan restándole relevancia al tema o, simplemente, no cuentan con las herramientas necesarias para identificar esas señales de alerta. 

En lo que va del 2015, 138 personas se han privado de la vida en la Isla, siendo los hombre entre los 55 y 59 años los que constituyen el grupo mayor de víctimas en ese período, según las estadísticas que reveló ayer la epidemióloga Orialis Figueroa con motivo de la celebración del Día Nacional de Prevención de Suicidio. 

Para el psicólogo Carlos Sosa ha llegado el momento de que  se reoriente los valores que perpetuamos como sociedad, específicamente el valor de cada persona independientemente su situación económica actual. “La valía personal hay que separarla del poder adquisitivo que podamos tener. Hay que ser más cuidadosos como padres y dialogarlo a nivel familiar”, apuntó el experto. 

Sosa trabajó por dos años de forma voluntaria con una línea directa de Fondos Unidos a través de la cual le brindaban auxilio a personas con pensamientos suicidas.  Las razones más comunes de porqué la persona estaba deprimida eran puramente económicas, lo que guarda una estrecha relación  con la sociedad de consumo en la que  vivimos, dijo. “Creamos el concepto de felicidad basado en  la capacidad de consumir, de adquirir. Si nuestra situación no nos permite responder con esos parámetros nos deprimimos y empezamos a sentirnos infelices y una vez la autoestima lastimada caemos en una depresión fácilmente”, abundó Sosa. 

Reconoció que uno de los sectores que más se afecta es el masculino debido que sigue sintiéndose como el proveedor principal del hogar.  “Si sus ingresos no le permite cumplirlos puede acarrear una depresión y eso puede concluir en un suicidio o intento de suicidio”, planteó.

Entre los indicadores a los que hay que estar alerta para buscar ayuda profesional necesaria para ese ser querido están: habla continuamente de la muerte, se mantiene aislado, descuida su apariencia física, pierde interés, está triste o no se apega a las posesiones materiales, entre otros más. “Esos indicadores pueden llevarlos a pensar de que estaría mejor muerto y tenemos que hacerle caso porque pueden necesitar ayuda. Es importante demostrarles que nos interesa y que le amamos y podemos de una forma que no les resulte amenazante proveerle algún tipo de ayuda”,  sostuvo al agregar que hay que reforzar las relaciones interpersonales y dejar a un lado los reproches. 

Lee más historias.