No en balde siempre se ha dicho que “el perro es el mejor amigo del hombre”. Una nueva teoría busca comprobar que el estudio del comportamiento obsesivo compulsivo en los canes podría ayudar en el entendimiento y manejo del autismo en los niños.

Recientemente, la Dra. Jessica Vogelsang mencionó que, con frecuencia, algunos guardianes de mascotas le han preguntado si las vacunas que rutinariamente se les administran a los perros pueden provocar autismo en los canes. “La primera vez que me hicieron la pregunta fue en el 2004, cuando estaba en su apogeo la controversia de la relación entre las vacunas y el autismo en los niños. Les aseguré que, aunque cualquier vacuna tiene el potencial para provocar efectos secundarios, el autismo no era uno de ellos, de modo que la mascota en cuestión recibió sus vacunas y estuvo perfectamente bien”.

Sin embargo, la situación propició que el técnico veterinario que asistía a la doctora le preguntara: “Pero, los perros realmente no pueden padecer de autismo, ¿verdad?”. "No que yo sepa”, le respondió Vogelsang. Sin embargo, reconoció la veterinaria, esa pregunta podría tener una respuesta diferente este año.

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“La idea de usar estudios caninos para modelar y entender mejor las enfermedades humanas no es nada nuevo”, mencionó Vogelsang. “Pero, determinar si una mascota tiene autismo o no es una tarea difícil de determinar porque, contrario a enfermedades como la diabetes, no hay una manera establecida para diagnosticar la condición”.

“No obstante”, prosiguió la veterinaria, “los expertos en comportamiento animal hace tiempo observaron que existía una correlación entre ciertos comportamientos obsesivo compulsivos en ciertas razas de perros y el autismo en los niños”.

De hecho, Vogelsang habló de que el Dr. Nicholas Dodman, “un reconocido experto en comportamiento animal de la Universidad de Tufts”, quien lleva años estudiando razas de perros como los Bull Terriers, los Doberman Pinschers y Jack Russell Terriers, recientemente dijo durante el Simposio de Comportamiento Veterinario de 2015 que los biomarcadores genéticos del comportamiento obsesivo compulsivo en los perros podrían estar relacionados con los biomarcadores genéticos del autismo en los humanos. O, dicho de otro modo, que los perros sí pueden padecer de autismo.

Todas estas teorías son válidas, reconoce Vogelsang, “pero como bien sabemos”, dijo, “los veterinarios son muy quisquillosos cuando de pruebas se trata y hasta que no se haga un poco más de investigación, está difícil que alguien ‘compre’ esta teoría”.

Por otro lado, hoy día los fondos para investigaciones escasean y estudiar los factores genéticos detrás del comportamiento obsesivo compulsivo en los Dobermans está bien abajo en la lista de prioridades. “Sin embargo, todo eso podría estar a punto de cambiar”, reconoció la veterinaria.

Y es que, recientemente, la Asociación Protectora de Animales (AHA, por sus siglas en inglés) se unió a una entidad sin fines de lucro llamada Translational Genomics Research Institute  (TGen) para desarrollar el siguiente estudio: “Canes, Niños y el Autismo: Decodificando los comportamientos obsesivos en los canes y el autismo en los niños”. “La idea detrás de esto”, dijo Vogelsang, “es que si podemos identificar la base genética para esos comportamientos en los canes, podríamos encontrar las respuestas claves a los misterios del autismo en las personas”.

Para este esfuerzo de la AHA y TGen, se han sumado el Centro de Investigación y Recursos de Austismo del Suroeste, la Escuela Cummings de Medicina Veterinaria de la Universidad de Tufts y la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts.

“Me encanta ver la manera en que la medicina veterinaria y la medicina humana borran las líneas entre especies para adquirir una mejor comprensión sobre ambas”, expresó Vogelsang. “Tal vez, algún día, ayudar a descubrir la clave para entender mejor el autismo sea una manera más de que los perros prueben que, en efecto, son el mejor amigo del hombre”, acotó la veterinaria.

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