Luisito tiene 7 años y desde que comenzó en una escuela nueva no ha habido día que no le diga a su mamá que le duele algo. 

Aunque al principio le creyó, luego se dio cuenta que tal dolencia no existía, así que lo llevó al escuela. Sin embargo, la situación ha ido empeorando, y lo que parecía algo sin importancia ya no lo es.

Esta situación se repite en muchos hogares y varían las excusas dependiendo de la edad. Por ejemplo, hay niños que no quieren ir a la escuela porque, si van, su pececito se morirá pues nadie le dará comida, mientras otros piden que los lleven al médico porque están “enfermos”.

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En muchos casos, estas excusas son como una cortina de humo que escuda los motivos reales. Toca, entonces, a los padres y encargados indagar las causas reales detrás de esos pretextos.

El doctor Enrique Gelpí Merheb, psicólogo clínico con especialidad en niños y adolescentes, detalla que los pretextos para no ir a clases, dependiendo de la razón que los origine, pueden agruparse bajo internos o externos.

Internos

 Ansiedad por separación. Se trata de un miedo generalizado. Por ejemplo, que si no están junto a sus papás les puede pasar algo malo. Los más pequeños pueden pensar que, luego de dejarlos en la escuela, sus papás se van a perder y no van a saber regresar para encontrarlos otra vez, recogerlos y llevarlos a casa. En los casos más severos, pueden llegar a creer que, en cuanto dejen de verlos, sus papás se pueden morir. 

 Situaciones de familia. Cuando un divorcio es inminente o hay problemas por maltrato o violencia doméstica, los niños desarrollan temores porque quieren asegurarse de que sus papás no peleen. Puede surgir el temor de que, si lo llevan a la escuela, lo van a dejar allí y no van a volver por él.

Externos

 Razones de tipo social. En este tipo de situación no quieren ir a la escuela porque temen enfrentar ciertas situaciones como que los manden a escribir en la pizarra o a hablar de algo frente a toda la clase. Lo que sucede es que tienen miedo al fracaso y desarrollan excusas para evitarlo.

 Problemas interpersonales. Si son niños chiquitos, a lo mejor se consideran malos o feos, o que nadie quiere jugar con ellos. También puede ser que se hayan dejado de su noviecito o noviecita o que algún bully los esté sometiendo a algún tipo de humillación. Los problemas interpersonales son la principal causa para querer faltar a la escuela entre los adolescentes.

 Cambios físicos. Si es gordo, flaco, se considera feo o tiene acné. O, como en el caso de las niñas, si se han desarrollado a una edad muy temprana o de una manera notable, eso también afecta.

Consejos prácticos para los padres

Antes de ver una razón para no ir a la escuela como una mera excusa, se aconseja:

1. Hay que tratar de definir de dónde proviene esa resistencia.

2. Descartar que los síntomas más comunes de las excusas - dolor de barriga o de cabeza, náuseas y/o vómitos, fiebre- no obedezcan a verdaderas causas fisiológias. No es cuestión de ir corriendo al médico, sino de observar la frecuencia o la intensidad de las quejas.

3. Conviene que tengamos paciencia en vez de exasperarnos y regañar al menor o tildarlo de ridículo por sentir un miedo o una ansiedad. Si reaccionamos negativamente y lo obligamos sin indagar en las razones, el niño puede bloquearse y encerrarse más en sus temores.

4. No debemos olvidar que esas resistencias pueden ser un preámbulo al desarrollo de un trastorno de ansiedad en el futuro, como alguna fobia o ataques de pánico.

5. Hay que reconocer que la escuela implica mucha ansiedad porque es un ambiente donde hay que competir y desarrollar relaciones interpersonales; no es el ambiente protegido de la casa o de los abuelos. 

6. Atendamos esos conflictos sin regañar y sin restarles importancia porque ello puede empeorar el problema.

7. Podemos probar trabajar en conjunto con la escuela, los amiguitos -que ayudan con sus confidencias- y los hermanos -que ayudan con sus observaciones-.