Los jugadores patológicos “ven” patrones en cosas inconexas y están tan seguros de lo que creen ver que están dispuestos a apostar impulsivamente grandes cantidades de dinero.

A esa conclusión llegó un estudio que buscaba analizar por qué algunas personas juegan y otras no. Los hallazgos se suman a otras investigaciones que sugieren que las distorsiones cognitivas (o el pensamieto deformado) tienen un rol importante en el juego compulsivo y es una prueba más de que los jugadores son propensos a percibir patrones ilusorios.

Para el estudio (reseñado en el portal EurekAlert!), los investigadores Wolfgang Gaissmaier, de la Univesidad de Konstanz en Alemania; y Andres Wilke, de la Universidad de Clarkson en Estados Unidos, se enfocaron en el pareo de probabilidades. Esta anomalía de elección está relacionada con la percepción de patrones ilusorios.

En un espacio controlado, el equipo investigativo comparó los hábitos de apuestas de 91 jugadores habituales y 70 miembros de la comunidad. A los parrticipantes se les mostró la fotografía de un casino y dos máquinas tragamonedas y tenían que predecir si obtendrían una moneda y de cuál de las dos máquinas. En una de las tragamonedas  había una posibilidad de ganar de 67 por ciento y en la otra un 33, pero el orden de los resultados era completamente al azar.

Lo mejor que se puede hacer en un caso así es apostar siempre a la mejor tragamonedas, que tiene la precisión de 67 por ciento. Sin embargo, hay gente que tiende a igualar sus proporciones de respuesta a las probalidades del resultado; es decir, creen que la pueden pegar en ambas tragamonedas. Tienen la falsa impresión de que “saben” a cuál máquina le tienen que apostar en todas las jugadas, algo imposible porque es un orden aleatorio.

Los seres humanos son, en general, astutos para detectar patrones reales. Pero, el efecto secundario de esa habilidad es que pueden “ver” patrones ilusorios.