Aunque casi cuatro de cada diez trabajadores no le dirían a su supervisor si tienen un padecimiento mental, un 50 por ciento sí intentaría ayudar a algún compañero que padezca de  algún trastorno.

Según una encuesta del Centro para la Adicción y la Salud Mental de Toronto dirigida por la doctora Carolyn Dewa, los trabajadores y trabajadoras tienen tanto actitudes negativas como de respaldo cuando de enfermedades mentales en el lugar de empleo se trata.

“Un número significativo de personas que trabaja tiene problemas de salud mental o ha tomado alguna licencia por discapacidad relacionada con la salud mental”, indicó la experta en un comunicado del centro.

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En la encuesta, que incluyó a 2,219 adultos, se hicieron dos preguntas fundamentales; si le informaría a su supervisor de un padecimiento mental y si se preocuparía por cómo se podría afectar el trabajo de algún compañero con alguna enfermedad mental.

“El estigma es una barrera para que las personas busquen ayuda. Sin embargo, obtener tratamiento sería beneficioso tanto para el trabajador como para el lugar de trabajo”, señaló la doctora.

En el 38 por ciento que contestó que no le diría a su jefe que padece una condición mental, más de la mitad señaló que temía que la admisión afectara su carrera. Las malas experiencias de otras personas que sí lo dijeron y el temor de perder amigos también se presentaron como razones para no informar sobre la condición. Los que sí se mostraron cómodos con comunicar sobre su enfermedad fueron los que tenían una buena relación con su supervisor.

Otras investigaciones de Dewa habían demostrado que los trabajadores con depresión que reciben tratamiento son más productivos que los que no lo hacen, pero muchas veces la dinámica de las citas hace necesario informar en el lugar de trabajo, sea o no un requisito de ley.