Un estudio realizado por investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley de Estados Unidos, reveló que los cigarrillos electrónicos no son tan inocuos como se cree, ya que su vapor contiene químicos que podrían causar cáncer. 

De acuerdo a la investigación, el propilenglicol y la glicerina -ambas sustancias irritantes para la piel, los ojos y el aparato respiratorio- figuran entre los químicos que son liberados en el vapor de los cigarrillos electrónicos. 

Asimismo, al ser calentadas al interior del dispositivo, ambas sustancias se descomponen y liberan otros químicos nocivos, como la acroleína y el formaldehído. 

"Los defensores de los cigarrillos electrónicos dicen que las emisiones son mucho menores a las de los cigarrillos convencionales (...) Yo diría que puede ser cierto para algunos usuarios -por ejemplo, los fumadores que no pueden dejar el cigarrillo-, pero el problema es que eso no quiere decir que sean sanos", explicó Hugo Destaillat, el autor del estudio. 

"Los cigarrillos normales son súper perjudiciales para la salud. Los cigarrillos electrónicos son solo un poco perjudiciales", advirtió el científico. 

Estudios anteriores habían revelado que los cigarrillos electrónicos emitían químicos tóxicos. Así, por ejemplo, en 2009, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) advirtió que algunos de esos dispositivos liberaban dietilenglicol, una sustancia utilizada en los anticongelantes. 

Además, los aparatos han sido asociados a la enfermedad pulmonar crónica, ya que -según los expertos- su vapor afecta las células de los pulmones de las misma manera que lo hace el humo. Por éstas y otras razones, en mayo pasado la FDA endureció las regulaciones de los cigarrillos electrónicos y comenzó a tratarlos como los convencionales. De esta manera, prohibió su venta a menores de 18 años y a través de máquinas expendedoras, así como su distribución como muestras gratuitas por parte de las compañías productoras.