Son tantas las noticias negativas que han trascendido sobre la creencia religiosa denominada Scientology que algunos sienten por ésta una combinación de terror y morbosa curiosidad; otros tienen la duda sobre si todo el asunto se trata de simples teorías de conspiración o de atroces verdades de una peligrosa secta.

La creencia –también conocida como cienciología, cientología o dianética– ha ganado notoriedad especialmente porque uno de sus más fervientes defensores es el famoso actor Tom Cruise.

De hecho, algunos adjudican a esta creencia la culpa de los fracasos amorosos de Cruise, entre ellos, sus divorcios de las también actrices Nicole Kidman y Katie Holmes. Se ha rumorado, también, que otras famosas como Penélope Cruz y Sofía Vegara huyeron de los brazos del actor por causa de su fe incondicional y abnegada por esta religión.

La semana pasada Anette Johansen, una noruega de 27 años, aseguró en una entrevista para un medio australiano –recuperada por Radar Online– que fue evaluada por Scientology para convertirse en la tercera esposa del actor, cosa que no sucedió.

En algunos medios han trascendido otros escalofriantes aspectos sobre la iglesia. Hollywood Reporter, por ejemplo, publicó un artículo en el 2011 en el que se reseñó que la institución es propietaria de más edificios históricos en Hollywood que ninguna otra entidad. En total, las propiedades están valoradas en más de $300 millones.

En otro reportaje de New Yorker, Paul Haggis –ex miembro de la iglesia– denunció la política de “desconexión” en la que se obliga a los feligreses a separarse de aquellos familiares que no sean miembros de la misma.

Por otro lado, David Touretzky, un profesor de la Universidad Carneggie Mellon que ha investigado a la iglesia, señaló que para ascender es necesario cursar seminarios o someterse a sesiones de “auditoría”, o sea, interrogatorios que tienen un costo.

¿Calumnias?

Desde 1987 existe en Puerto Rico una sede de Scientology y este diario entrevistó a su directora de asuntos públicos, Diana Anglada, para que nos ofreciera la otra cara de la moneda.

Según Anglada, en la Isla, la iglesia tiene bastantes seguidores. “Los scientologists provienen de diversas tierras, culturas y procedencias. Son médicos, educadores, inventores, deportistas, actores, músicos, estudiantes, fotógrafos, dueños de negocios y  más”, aseguró y desmintió que esta iglesia sea elitista.

La supuesta política de “desconexión” es, para Anglada, otra falacia. “No se exige a la persona retirarse de la sociedad; al contrario, los scientologists se involucran más con la vida que los rodea, ya que quieren tomar responsabilidad por mejorar las condiciones”, afirmó.

Para Anglada, su iglesia “ha sufrido el ataque de personas ignorantes” que sienten que sus intereses creados están amenazados.  “Como los scientologist han abogado de manera abierta y efectiva por causas de reforma social, se han vuelto el blanco de los ataques”, manifestó y agregó que el propósito es intentar detener la aplicación de la tecnología de esta creencia.

¿Buenas intenciones?

Anglada sostuvo que “casi todas las filosofías son partidarias de ayudar al hombre a llevar una vida mejor. En Scientology, este concepto se expresa como una de las metas de la Iglesia, que es lograr un mundo sin demencia, sin guerra y sin crimen”.

La directora de asuntos públicos opinó que aunque la filosofía religiosa de Scientology tiene mucho en común con otras religiones, su riqueza radica en que se vale de la tecnología para impactar a la comunidad mediante programas de reforma social para que ésta alcance una mayor conciencia espiritual.

“En Scientology no se intenta cambiar las creencias de una persona o persuadirla a que deje cualquier religión a la que ya pertenezca”, afirmó Anglada, quien añadió que ésta ayuda a las personas a lograr sus metas mediante tres mecanismos: lectura de los materiales que contienen los libros y las publicaciones; tecnología de asesoramiento llamada auditación y cursos de entrenamiento que utilizan los descubrimientos de L. Ronal Hubbard en el campo de la educación.