A más de uno se le desfigura el rostro con solo pensar en la remolacha. Probablemente, es uno de los alimentos más odiados de la niñez alrededor de todo el mundo.

Ya sea por su apariencia, consistencia o sabor, esta raíz –de la planta herbácea de la familia de las Quenopodiáceas– no goza de mucha popularidad.

A pesar de tanto rechazo, son muchos los beneficios que popularmente se le adjudican. Sin embargo, después de leer la siguiente información, tal vez, la próxima vez que vayas al supermercado, consideres colocar al menos, una latita de remolachas en el carrito de compras.

Recuerda, antes de ingerir éste o cualquier otro alimento, debes consultar con un experto en salud.

– Es una buena fuente de energía, muy aconsejada en casos de anemia, enfermedades de la sangre y convalecencia, debido a su alto contenido en hierro, azúcares, potasio y vitaminas C y B.

– Rica en folate y ácido fólico, por lo que se recomienda a las embarazadas para prevenir defectos de nacimiento.

– Efectiva contra enfermedades cardíacas.

– Tiene un alto contenido de fibra, soluble e insoluble. La fibra insoluble promueve el buen funcionamiento del tracto intestinal, mientras que la soluble mantiene los niveles de azúcar y colesterol en la sangre controlados.

– Es un alimento de moderado contenido calórico, por lo que es recomendable en las dietas.

– Es laxante, por lo que combate el estreñimiento y las hemorroides.

– Es un buen remedio para mejorar la función hepática y las infecciones en la vejiga urinaria.

– Ayuda a mantener la piel en buen estado.

– Estimula el buen funcionamiento del sistema inmunológico.

– Contiene yodo, efectivo para el buen funcionamiento de la glándula tiroides, que regula el metabolismo.

– Promueve la salud del sistema nervioso.

– Contiene antioxidantes que bloquean el efecto dañino de los radicales libres. Éstos son un factor de riesgo para ciertos tipos de cáncer y de enfermedades degenerativas.

– Rica en luteína y zeaxantina, carotenoides que ayudan a prevenir problemas de la salud ocular.

– Evita la formación de cálculos en el riñón.

– Estimula las funciones hepática, intestinal y renal, agilizando la expulsión de toxinas y desechos.