La mayoría de las personas que toman medicamentos para tratar la depresión no padecen la enfermedad, de acuerdo a un estudio publicado recientemente.  

Investigadores descubrieron que el 68% de las personas que ingieren antidepresivos no cumplen con los criterios de un trastorno depresivo mayor, conocido también como depresión clínica. Tal vez peor, el 38%  nunca en su vida  reunió los criterios para ser diagnosticados con  el desorden de obsesivo compulsivo, pánico, fobia o ansiedad.

Los investigadores estadounidenses analizaron los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).  La ISRS suele ser el primer medicamento de elección para la depresión y otros trastornos psiquiátricos, ya que generalmente tienen menos efectos secundarios que la mayoría de los otros medicamentos de este tipo.

Sobre el informe, publicado en la revista Journal of Clinical Psychiatry, los investigadores concluyeron: “Muchas de las personas que ingieren antidepresivos recetados pueden no haber cumplido con los criterios para ser diagnosticados con un trastorno mental”. La data indica que los antidepresivos se utilizan comúnmente ante la ausencia de indicaciones basadas en pruebas claras”,   determina el estudio publicado en el Journal of Clinical Psychiatry.

El doctor Howard Forman,  director médico de los Servicios de  Adicción en el Centro Médico de Montefiore,  explicó que todos pasamos por períodos de estrés y tristeza. Esto, sin embargo, “no quiere decir que estemos enfermos, sino que nos define como humanos”, dijo a Medical Daily.

Las recetas de antidepresivos se han triplicado entre 1998 y 2008 en los países más rico del mundo, de acuerdo a varios estudios. Se notó un aumento particular en el uso de Prozac y Seroxat.  Mientras, data relacionada a Estados Unidos indica, por su parte, que el 11 por ciento de los estadounidenses mayores de 12 años utilizan antidepresivos.

Para un diagnóstico  de depresión clínica, según las guías oficiales, la persona debe presentar  cinco o más síntomas de depresión por un período mínimo de dos semanas. Los síntomas incluyen depresión, perdida de interés o placer en actividades, pérdida o ganancia de peso, insomnio o aumento en el deseo del sueño, entre otros más.