En ocasiones, no tienes ni que estar preocupado. Es más, puede que al día siguiente no tengas programado ningún evento importante que te esté manteniendo despierto. Sin embargo, por más que tratas… ¡no puedes pegar ojo! 

Por supuesto, es natural que, de vez en cuando, esto nos pase a todos. Pero, si te ocurre con demasiada regularidad, lo propio es que consultes con un médico para ver qué te puede estar pasando.

Mientras tanto, he aquí algunos cambios sencillos que puedes hacer en tu estilo de vida para que puedas descansar en los brazos de Morfeo.

Establece una rutina Si te propones acostarte a la misma hora todos los días, tu cuerpo –por sí solo– pronto caerá en un patrón y te dará sueño más o menos a la misma hora del día. Un poco de yoga o de meditación, una taza de té descafeinado y un ratito de lectura… ¡y a apagar la luz se ha dicho! Una rutina como esta, que no te tome más de 20 minutos en lo que bajas revoluciones, es una buena forma de preparar tu cuerpo para el descanso que tanto anhelas y necesitas. Por otro lado, reserva el dormitorio solo para cosas propias del dormitorio y tu cerebro reaccionará a tu cuarto como el lugar de descanso que es. Es decir, en tu habitación, no comas ni veas televisión en la cama, no te pongas a chequear mensajes en el celular, no hagas asignaciones ni trabajo de oficina… La cama es solo para dormir… ¡y para hacer el amor, claro está!

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Tumba el cigarrillo Se ha comprobado que existe una conexión entre el insomnio y el hábito de fumar. Probablemente, ello obedece a que el cuerpo no puede procesar la nicotina, mientras está dormido. Así que, si tienes dificultad para quedarte dormido, trata de dejar de fumar. Cabe señalar que el alcohol también puede desmerecer la calidad del sueño, de modo que no ingieras bebidas alcohólicas cuando estés próximo a irte a la cama.

Haz ejercicio temprano en el día Ejercitarse muy cerca de la hora de acostarse puede aumentar tu nivel de energía y hacer que te cueste más trabajo quedarte dormido. Procura hacer ejercicio por lo menos tres horas antes de ir a la cama para darle tiempo a tu cuerpo a que el ritmo cardiaco se estabilice y puedas relajarte.

Cuidado con la cafeína Todo el mundo es diferente pero, para la mayoría, consumir productos altos en cafeína muy tarde en el día puede significar parte de la noche –¡o toda la noche! – en vela. Así que, de las 3:00 p.m. en adelante, elige productos libres de cafeína.

No comas en exceso Ingerir demasiada comida muy tarde en el día hace que tu cuerpo se enfoque en digerir los alimentos, en lugar de bajar revoluciones para ayudarte a conciliar el sueño. Trata de que tu última comida del día sea por lo menos tres horas antes de acostarte. Pero, si eres de los que necesita comerse “alguito” antes de cerrar los ojos, procura que sea algo ligero –como ensalada o yogur–, en lugar de alimentos muy ricos en grasas y/o proteínas, que son más difíciles de digerir.

A media luz Para ayudarte a ponerte en el “mood” de dormir, es indispensable que tu casa no esté “prendía” como feria de pueblo. Una buena idea es cambiar los interruptores de la luz para que sean de los que gradúan la brillantez de las bombillas. Cuando se acerque la hora de ir a la cama, baja la intensidad de la luz para que tu cuerpo reaccione a la oscuridad, “reconociendo” que ya no es de día. Y recuerda lo que te mencionamos antes: la luz de los aparatos electrónicos –particularmente, celulares y “tablets” – es de lo que más espanta el sueño. ¡Apágalos!

Al fresco La temperatura ideal para conciliar el sueño está entre los 60° F y los 75° F. Más frío o más caliente que eso y te costará más quedarte dormido. Aunque le rehúyas al frío, tu cuerpo necesita refrescarse para “bajar revoluciones”. Además, está comprobado que con una temperatura más fresca es más fácil alcanzar, y mantener, un sueño profundo. 

¡Despójate! No te asustes, que no estamos hablando de ningún ritual extraño. Este consejo a lo que se refiere es a que trates de sacar de tu cabeza todo lo que pueda estar preocupándote. En este respecto, algunos expertos recomiendan que pongas por escrito lo que sea que te está causando preocupación –ya bien sea algo desagradable que te ocurrió durante el día o las cosas importantes o difíciles que tengas que hacer al día siguiente– porque, al escribirlas es como si te las sacaras del cuerpo. En otras palabras, ¡como si te despojaras de ellas!

Intenta relajarte Como mencionáramos antes, ejercicios de yoga o de meditación ayudan a calmar la mente y bajan el ritmo cardiaco. Otro buen truco es el relajamiento progresivo: Empezando por los pies hasta llegar al cuero cabelludo, concéntrate en cada parte de tu cuerpo y relaja los músculos de cada una de esas partes. 

¿Y si nada de esto funciona? Nuevamente, acudir a donde un especialista de la salud será vital para contrarrestar el insomnio crónico.  Cuando no descansas bien, no solo tu mente se afecta, sino que se perjudica todo tu cuerpo: desde las funciones digestivas… hasta el corazón. No te arriesgues y busca ayuda a la brevedad posible.