Orlando, Florida. Corte de pelo, de barba y... ¿cómo anda de la presión?

Residentes de raza negra redujeron uno de los peores riesgos médicos a partir de un novedoso proyecto que demuestra el poder de una cara familiar y un sitio de confianza para mejorar la salud.

El proyecto incluyó a farmaceutas que colaboraron con decenas de barberías de Los Ángeles para hacer exámenes y ofrecer tratamiento a los clientes. Los resultados fueron dados a conocer esta semana y han hecho que numerosos médicos planeen expandir el proyecto a más ciudades del país.

“En una peluquería se establece una comunicación abierta, una relación de confianza”, declaró Eric Muhammad, propietario de A New Your Barbershop, una de las barberías que participaron en el proyecto. “Ejercemos mucha más influencia que cualquier médico que entra por la puerta”.

Los negros tienen altos índices de hipertensión -más de 130 por arriba o menos de 80 por abajo- y de los problemas derivados, como derrames y paros cardíacos. En Estados Unidos, solo la mitad de las personas con presión alta la tienen bajo control; mucha gente ni siquiera sabe que tiene presión alta.

Las iglesias, salones de belleza y otros centros comunitarios han sido usados para llegar a gente que a menudo no tienen acceso a médicos para promover exámenes de cáncer y otros servicios. El doctor Ronald Victor, cardiólogo del Centro Médico Cedars-Sinai, quería llegar a los negros.

“Las peluquerías son sitios únicos, lugares de encuentro para los afroamericanos”, expresó, agregando que mucha gente va un par de veces por mes y ve por años al mismo peluquero. “Es como un club social, donde reina un hermoso ambiente amistoso” que se presta para mejorar la salud.

Victor hizo un estudio en 17 peluquerías de Dallas hace algunos años. En esa ocasión, los peluqueros les hacían exámenes de presión a los clientes y los mandaban al médico. Las mejoras fueron modestas.

Esta vez “incorporamos farmaceutas” que podían recetar medicinas en el mismo sitio, indicó.

El nuevo estudio involucró a 303 hombres y 52 peluquerías. Un grupo de clientes simplemente recibió volantes informativos y consejos sobre cómo lidiar con la presión mientras les cortaban el cabello. A otro grupo se le dio la oportunidad de hablar con farmaceutas en las peluquerías y recibir tratamiento si la presión estaba alta.

Al principio del estudio, la cifra más alta tuvo un promedio de 154. Después de seis meses, había bajado nueve puntos en los clientes que solo recibieron información y 27 puntos entre los que hablaron con farmaceutas.

Casi dos tercios de los hombres que hablaron con farmaceutas dejaron su presión por debajo de 130 sobre 80, a niveles considerados normales. Solo el 12% de los que recibieron solo información la bajaron a ese nivel.

“Esto es un jonrón (gol), medicinan de alto vuelo”, afirmó una experta independiente, Eileen Handberg, investigadora cardíaca de la Universidad de la Florida con sede en Gainsville. La mayoría de los estudios de drogas más sofisticados sueñan con tener esos resultados, pero fueron conseguidos en un ambiente comunitario, humilde, destacó.

Diecinueve de los clientes de Muhammad completaron el programa y “en todos los casos la presión disminuyó, en absolutamente todos”, dijo el peluquero.

Marc Sims, empleado administrativo de una firma de abogados de 43 años, dijo que tenía presión alta, 175 sobre 125, y que el farmaceuta le informó que corría peligro de sufrir un derrame.

“Me despertó”, expresó Sims, quien tiene un hijo pequeño. “En lo único que pensaba es en que podía tener un derrame y no estar allí para él. Era hora de empezar a cuidarme”.

Las medicinas bajaron su presión a 125 sobre 95.

Recibir tratamiento no siempre implica recibir medicinas. Un estilo de vida más saludable puede resolver muchos problemas. De hecho, una dieta mala, la falta de ejercicio y otros malos hábitos son los causantes de la mayor parte de los casos de hipertensión.

El estudio fue financiado por National Institutes of Health. Los resultados fueron analizados en una conferencia del Colegio de Cardiología de Estados Unidos en Orlando y publicados por el New England Journal of Medicine.

No se conoce el costo exacto. Pero Victor ahora quiere estudiar a 3,000 hombres de varias ciudades y abordar el colesterol con el mismo enfoque.

Los resultados revelan que “no se necesita un cardiólogo” para mejorar las cosas, expresó el doctor Willie Lawrence, portavoz de la Asociación Nacional Cardíaca y experto en hipertensión de Kansas City. “Podemos colaborar con gente de la comunidad y contener esta epidemia”.