Si nunca te ha pasado, no sabes lo doloroso que puede ser: de buenas a primeras, sin que puedas evitarlo, te sube un buche de jugos gástricos que te quema la garganta y hasta te deja sin voz. Ahora, imagina que el daño que esos ácidos estomacales le hicieran a tu garganta no fuera temporal, sino permanente, y que supieras que con cada bocado de comida tendrías garantizado un tremendo malestar. Peor aún, imagina que ese reflujo constante pudiera, eventualmente, convertirse en un cáncer.

¡Duele de solo pensarlo!

El reflujo ácido no solo es doloroso, sino una de las enfermedades más comunes hoy día. Eso quiere decir que en el mundo hay millones de personas que están en riesgo de que lo que empezó como una indigestión ocasional pueda, eventualmente, convertirse en algo más serio. Mucho más serio.

Algunas personas todavía piensan que el reflujo de jugos gástricos está asociado únicamente con lo que comen y que solo cuando ingieren ciertos alimentos estarán en riesgo de padecerlo. Pero, si bien es cierto que el pensamiento tiene su lógica, hay otras partes del cuerpo que están involucradas como lo son el esófago y la composición misma de los ácidos estomacales de cada persona.

El problema estriba en que el verdadero responsable de esos jugos agrios, amargos y ácidos que suben como lava de volcán hasta llegar a la garganta y/o la boca, no es la comida… sino la bacteria H. Pylori, que vive en nuestro sistema digestivo y es la que crea el “ambiente hostil” en el que se desarrolla el reflujo de jugos gástricos.

La H. Pylori no es nada nuevo en el ámbito de la medicina. Esta es una bacteria que la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés) ha señalado como causante de cáncer. Y va de la mano con la mayor incidencia de úlceras estomacales, cánceres estomacales y, por supuesto, el reflujo de jugos gástricos.

Pero, la sorpresa para algunos de los que sufren de estos buches gástricos llega cuando se encuentran en una sala de operaciones con un médico extrayendo células cancerosas de su esófago.

¿La lección aprendida de todo esto? Si el reflujo de jugos gástricos se ha vuelto cosa de todos los días; si la acidez está acompañada de dolor, si la quemazón es tal que, a veces, te quedas hasta sin voz o te hace toser hasta el punto que, a veces, vomitas, no trates de solucionarlo con pastillas antiácidas. Visita a tu médico cuanto antes para verificar que no estés padeciendo de gastritis o sufriendo de una infección de bacterias H. pylori. Si no la tratas a tiempo, esto podría aumentar tus probabilidades de padecer de cáncer estomacal y/o del duodeno.