A veces es difícil encontrarle el lado amable a la vida, sobre todo cuando se apilan los problemas, deudas o conflictos familiares, laborales o de salud. Sin embargo, la fórmula de “finge hasta que te salga” funciona en el caso de la gratitud: si sonríes, aunque no tengas ganas de hacerlo, te sentirás mejor. Es un hecho científicamente comprobado que la sonrisa es contagiosa, hasta en tus propios pensamientos.

La publicación Psychology Today menciona varios beneficios de la risa, que se pueden cultivar cada día y mientras más veces los hagas, mejor. Eventualmente, no necesariamente todo será color de rosa, pero te levantarás reenergizado y con ganas de ver a la vida de frente y sin un escudo de por medio.

1. Mejora instantáneamente el ánimo: 

La sonrisa es tu mejor carta de presentación ante extraños y abona las relaciones existentes.

2. Baja el estrés: 

Estudios científicos han demostrado que la risa disminuye la producción de cortisol, una hormona que produce ansiedad.

3. Mejora la memoria:

Estudiar puede ser aburrido, pero si haces de la tarea una agradable –con música que no distraiga, por ejemplo, o dándote un pequeño premio cuando terminas cada capítulo- verás que no será tan pesado y terminarás más pronto, además de que retendrás mejor la información.

4. Ayuda a enfrentar los retos:

 Hasta la sonrisas nerviosas nos preparan mejor ante situaciones difíciles. No abogamos a que te rías en un funeral, pero sí a que si te encuentras en una situación incómoda tengas la capacidad de reírte de ti mismo.

5. Te hace más sexy: 

Ah, una bella sonrisa. No tiene nada que ver con la blancura o perfección de la dentadura; incluso puede ser una sonrisa con los labios cerrados, pero de que atrae, atrae.

6. ¡Es contagiosa!: 

¿Te has dado cuenta de que cuando alguien ríe, tiendes a sonreír? Y si varias personas están riendo, se te pega, igual que los bostezos. ¿Por qué? El cerebro responde al estímulo y te prepara para unirte a la alegría. La neurocientífica Sophie Scott, de la University College London, explica que “sabemos desde hace tiempo que cuando estamos hablando con alguien, generalmente copiamos su comportamiento, las palabras que usan e imitamos sus gestos. Ahora también vemos que esto aplica a la risa, al menos a nivel cerebral”.