El filósofo Séneca decía que “viajar y cambiar de lugar revitaliza la mente”, y el escritor de novelas de aventuras Robert Louis Stevenson se refería a esta actividad como un placer en sí mismo. Por eso, montarse a un avión, y que, después de unas horas de vuelo, como por arte de magia la tripulación abra la puerta y se revele un lugar desconocido con una nueva cultura, lleno de experiencias diversas, es lo que hace especiales a los viajes de turismo.

Pero de esa experiencia de permanecer en el aire por más de dos horas esperando llegar al destino final puede producir un profundo tedio en los viajeros. Y si, además del eterno tiempo que se pasa en el aire, hay que compartir vuelo con pasajeros molestos, que patean sillas, conversan como si llevaran décadas sin tener contacto humano o uno de ellos carga un bebé recién nacido que no para de llorar por la tortura que le produce el motor del avión en sus odios, el hecho de montarse en un avión por varias horas puede atormentar hasta el alma más estoica y resignada.

Por ese profundo hastío que causan los malos compañeros de vuelo, el reconocido portal de viajes estadounidense Expedia y la firma GfK entrevistaron a 1,019 adultos residentes en Estados Unidos sobre los peores comportamientos de otros pasajeros con los que usted puede encontrarse durante un viaje en avión, y consignaron las respuestas en el estudio ‘The Expedia 2015 Airplane Etiquette’. Los resultados se dieron a conocer recientemente.

Si no bastaba con el compañero de asiento que se levanta para ir al baño cada 20 minutos que obliga a desacomodarse, el 61 por ciento de los entrevistados coinciden en que ‘los pateadores de sillas’ se deben llevar el primer lugar como “la peor” actitud que pueden tener los otros pasajeros con los que se viaja. Esto les otorgó a quienes no se pueden acomodar en el espacio de su asiento, el deshonroso mérito de encabezar este estudio.

Luego, el 59 por ciento posicionó a los ‘padres desatentos’ de sus hijos en el segundo lugar de la lista, y allí el estudio se refirió sobre aquellos padres que no controlan lo suficiente a sus hijos durante el vuelo. Si resulta tedioso un viaje para los adultos, es entendible que sea igual para los más pequeños, quienes hacen de cualquier lugar un espacio de juegos, risas y gritos.

En el tercer lugar, y completando el podio, con un 50 por ciento de coincidencia en la encuesta sobre estos comportamientos, se encuentran los ‘pasajeros aromáticos’ que dejan una estela de intenso olor tras su paso para ambientar las largas horas de espera, o los que en su defecto se sientan al lado, en los viajes más largos, incrementando el efecto de su aroma.

Continuando la lista, y también con un 50 por ciento de los votos, se encuentra el ‘insensible al audio’ que habla sin cuidar su tono de voz y que reproduce su música para que el avión entero la pueda escuchar. Con un 45 por ciento está ‘el borracho’ y con el 43 por ciento ‘el hablador’ que le cuenta su vida a desconocidos. Luego, con el 38 por ciento, los entrevistados coincidieron con el que incomoda a los demás con sus pertenencias y maletas en el suelo.

Con un 35 por ciento, la lista sigue con el que quiere bajarse del avión primero que todos para atender sus citas lo más pronto posible en su lugar de destino. En el noveno lugar, con un 32 por ciento, está el que reclina la silla hasta casi tocar tu pecho. Y completando el décimo puesto de la lista, también con un 32 por ciento, se ubica el viajero que ocupa los compartimientos superiores del avión, sin dejarle espacio a los demás.

El estudio de Expedia concluye que quienes respondieron la encuesta manifestaron una evidente preferencia por los viajes callados, tranquilos y sosegados, sin cerrar posibilidades de que exista, por ejemplo, una conversación corta y amable con la persona del lado. Pero que sea eso, una simple conversación corta. De hecho, el 37 por ciento de ellos aseguró que pagaría dinero extra si el avión tuviese una zona silenciosa en la cual se pudiera viajar.