Cada vez que Lucía (nombre ficticio) ventila sus intimidades sexuales sus compañeras de trabajo se miran entre sí de reojo. Una que otra le sigue la corriente y finge interesarse por sus historias. Las demás, a sus espaldas, se preguntan la raíz de la necesidad que tiene la fémina de contarle en detalle a todo el mundo cada movimiento realizado entre las sábanas, con quién los ejecutó y cuáles son los atributos de su lista de “prospectos”.   

Otra pregunta que se formulan es cuánto de todo lo que ella comenta sobre sus experiencias sexuales son hechos reales o si se trata más bien de deseos reprimidos. 

Sea cual sea la verdad en el caso de Lucía, lo cierto es que la mayoría de sus pares laborales considera de mal gusto sus alardes sexuales.

“Podría decir que soy persona abierta para hablar de sexo, pero con mi gente cercana. Con lo que no puedo bregar es con que alguien que no es de mi círculo cercano me venga a detallar intimidad con pelos y señales, y mucho menos considero que el trabajo sea el lugar adecuado para hablar de esos temas. Por lo menos a mí, me parece fuera de lugar, inapropiado y hasta incómodo”, opinó Evelyn Marrero, de 36 años.

“Creo que una persona que se comporta de esa forma refleja su mala autoestima y su necesidad por llamar la atención”, señaló por su parte María del Mar Rivera, de 37. 

Más allá de las opiniones, para Johanna Díaz, de 41 años, todo se resume en que “a mí no me importa la vida sexual de los demás. No necesito el ‘mental picture’ de una conocida teniendo intimidad. Si así fuera, mejor veo una película porno”. 

De acuerdo con la sexóloga Ivelisse Cintrón, son varias las vertientes que deben explorarse al procurar entender por qué una persona insiste en relatarle de manera minuciosa sus aventuras sexuales a todos. En algunos casos, afirmó, dicha conducta podría ocultar algún tipo de parafilia.

“Las parafilias están en las emociones de las personas. Una parafilia es algo con lo que tú llegas a un orgasmo o a una eyaculación teniendo el placer externo no necesariamente con tu propia persona o tu pareja. ¿Por qué me refiero a parafilia? Porque en muchas ocasiones las personas hablando de sexo sienten algún tipo de placer”, explicó.

“Cuando una persona le expresan detalles de su sexualidad tan abiertamente a personas desconocidas o no tan cercanas probablemente lo estén grabando en su subconsciente y cuando llegue la noche, en la soledad de su habitación sientan placer sexual de recordar esa conversación que tuvo contigo”, recalcó la experta. 

Otra de las posibles razones que motivan dicho comportamiento apuntaría a problemas de autoestima o reflejo de sus necesidades sexuales y afectivas. 

“Hay un refrán bien acertado que dice: ‘dime de lo que presumes y te diré de lo que careces’. No necesariamente lo que se expresa de la sexualidad es lo que está pasando internamente con esta persona. En muchas ocasiones las personas que expresan su sexualidad de una forma tan abierta es porque carecen de ciertas expresiones de cariño dentro de la sexualidad. Así que es bien probable que expresando lo que hizo o lo que no hizo sexualmente se va a sentir mucho más grande con relación a la sexualidad. También, es bien probable que piense que va a atraer pareja en su entorno haciendo alarde de lo que realmente carece”, expresó. 

“Podría tratarse de una necesidad real emocional que tiene esa persona de contar su intimidad porque realmente no la está disfrutando o no la está teniendo realmente como lo cuenta. Probablemente, también tiene la necesidad de oír a esa otra persona que la escucha abrirse también sobre su sexualidad, en lugar de buscar consejos y recomendaciones en un profesional que pueda escucharla realmente y ayudarla a canalizar esas ideas o ese tipo de parafilia”, añadió. 

Enfatizó que la mayoría de las personas busca consejos o validación en sus pares y evita acudir a un experto en sexualidad por los tabúes arraigados a la cultura puertorriqueña.  

“No se atreven ir a un profesional de la sexualidad que le ayude a canalizar sus emociones porque si alguien se entera de que va a esa oficina van a decir que tiene algún tipo de disfunción sexual”, abundó. 

“Si se lo expreso a alguien que no es un profesional de la conducta humana voy a sentirlo como algo normal y probablemente saque un buen consejo de esa otra persona. Ahora bien, no todo el mundo está preparado para escuchar y ofrecer consejos de la sexualidad de otra persona, y que en muchas ocasiones la verdad es que a esas personas no les importa”, puntualizó. 

Recalcó, de otro modo, que aunque el tema de la sexualidad debe tratarse con total naturalidad, la cultura latina es mucho más conservadora al respecto, tanto así que una conversación subida de tono en el lugar de trabajo es considerada acoso sexual en la medida que le genere incomodidad. 

“Por ejemplo, de donde yo tengo mis estudios, que es en España, son más abiertos en la sexualidad e incluso, en los entornos laborales puede hablarse de una sexualidad plena y placentera y todo el mundo se siente muy cómodo. De hecho, no hay ninguna ley que rija el acoso sexual en el trabajo porque ellos entienden que la sexualidad tú mismo escoges cómo vivirla”, argumentó. 

“Viniendo de la cultura en que nosotros venimos es más difícil que las personas se sientan cómodas hablando de una sexualidad explícita, sobre todo en el entorno del trabajo, y hago ese salvedad porque probablemente podamos hablar de la sexualidad, pero no necesariamente de forma explícita. Si tú no estás preparado emocionalmente o culturalmente para tratar la sexualidad como se debe, cualquier chiste picante o comentario que te haga sentir aludido lo vas a sentir como hostigamiento”, agregó.

En Puerto Rico, destacó, las leyes y políticas laborales sobre el acoso sexual son bien estrictas, y los tribunales están atestados de casos como esos. De esta forma, sugirió excluir en su totalidad las conversaciones de índole sexual del espacio laboral, a la vez que instó a quienes tienen que escuchar este tipo de tema en esos entornos a hablar directamente con la persona y hacerle saber su incomodidad o referirla al departamento de recursos humanos para que maneje la situación. 

“Hay que tener bien presente y bien pendiente es que la realidad de la sexualidad es que hay que tratarla bien individual. Es superimportante que podamos entender que nuestra sexualidad es nuestra, es propia y así debemos cuidarla. Y por otro lado, debemos cuidarnos de que esa persona no tenga una parafilia y la esté exponiendo de esta forma. Si te sientes a gusto cómoda con lo que esa compañera o compañero te está contando la puedes escuchar, pero si te genera incomodidad porque se está yendo a lo profundo o explícito sobre su sexualidad, hay que hacerle saber de primera intención y de primera mano: ‘yo creo que la sexualidad que tú estás expresando es muy tuya. Yo te voy a agradecer que no la compartas conmigo’”, recomendó.