Cuando tenía 10 años, el joven Oscar Marrero comenzó a confrontar problemas de sobrepeso, razón por la cual llegó al Luquillo Boxing Club para comenzar a hacer ejercicios. 

Además de lograr su meta de ser un niño con un peso saludable, poco a poco nació en él la pasión por el deporte de las cuerdas y, a pesar de que recibió críticas de su primer entrenador, nunca desistió de su idea de convertirse en un boxeador.

“No me interesó el boxeo desde el principio. Solo era un niño en sobrepeso que buscó del deporte para rebajar, pero a mitad de año me comenzó a interesar. En ese momento le dije a mi papá que quería pelear y lo más que me motivó fue que el entrenador que estaba antes dijo que no iba a llegar a ser nada en el boxeo y que me quedara en el gimnasio para bajar de peso”, relató el joven quien hoy día tiene 19 años.

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No es hasta que su padre, quien también se llama Oscar Marrero, queda a cargo del gimnasio, entonces su carrera como boxeador aficionado comenzó a tomar forma.

“Lo llevé al gimnasio en el 2008 porque era un niño obeso, ya que pesaba 90 libras con nueve años de edad. Yo era el ayudante del entrenador y me di cuenta desde el primer día que mi hijo tenía habilidad, pero el entrenador en aquel entonces me dijo que lo dejáramos ahí para que rebajara nada más. Desde que me quedé como entrenador, mi hijo cogió el afán. Siempre fue un peleador elite y, actualmente, tiene 122 peleas ganadas y 17 perdidas, de las cuales 10 han sido por decisiones cuestionables”, aseguró el orgulloso padre.

Después de nueve años como peleador aficionado, Marrero se presta a hacer su debut en el profesionalismo en una cartelera a celebrarse el próximo sábado, 5 de agosto en el Coliseo Municipal Ecuestre de Fajardo.

El joven luquillense se medirá a John Ortiz, un boxeador de Río Grande con quien Marrero ha tenido seis peleas de las cuales ha ganado cinco. La única derrota ante Ortiz fue en el último combate entre ambos y Marrero entiende que perdió debido a la debilidad que le causó hacer el peso para subir al ring.

“Nosotros hemos tenido varios enfrentamientos como aficionados. La última pelea fue la única que he perdido porque tuve que rebajar cinco libras el día antes, estuve en un sauna y el receso que tuve fue de cuatro horas. No me salían los golpes y me sentía muy débil”, explicó el peleador.

Este suceso fue el que llevó a su padre a contemplar la idea de pasar al siguiente nivel, el profesionalismo.

No obstante, Marrero estableció que su hijo tiene muchas cualidades que le favorecen para establecerse como boxeador profesional, pero entiende que esa primera pelea será una luchada y lo ayudará a comenzar con el pie derecho.

“Oscar tiene todo para boxear, el pega fuerte, si hay que boxear, pues boxea. Definitivamente esta será una prueba de fuego porque la pelea va a ser bien pareja. Estoy seguro de que ambos irán a pelear y será un combate bien cerrado”, concluyó su entrenador.