Luego de más de 20 años de carrera baloncelística, Carlos Arroyo se encuentra en una encrucijada en su vida.

Su cuerpo le dice que todavía le queda baloncesto, pero su mente le advierte que pronto llegará el momento de cambiar de uniforme y comenzar una carrera fuera de las líneas del tabloncillo.

Por eso, el propietario de los Cariduros de Fajardo, no vacila en reconocer que la hora del retiro se acerca para dedicarle más tiempo al aspecto administrativo del equipo de su pueblo y, quizás, complementar con alguna otra faceta ligada al baloncesto a nivel internacional.

“Si Dios me mantiene saludable y no sufro ninguna lesión seria, me veo jugando un añito más”, confesó Arroyo en entrevista con este medio previo a su participación en el Juego de Estrellas.

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“Yo entré a esto (la faceta de propietario) diciendo que le iba a dar dos años y ver cómo el cuerpo se siente, porque esto no es para toda la vida y hay que ir encaminándose en la próxima faceta”, agregó.

Tras su exitosa participación en las ligas europeas, Arroyo regresó al Baloncesto Superior Nacional (BSN) como propietario y jugador, al adquirir parte de la franquicia de los Atenienses de Manatí y mudarlos a su pueblo de Fajardo. En su equipo de trabajo se mantuvo Felo Rivera como apoderado y co propietario del equipo.

Ha sido un proceso de adaptación para el reconocido canastero, quien tiene que combinar sus funciones como jugador y administrador. 

“Me gusta más ser jugador. Es mi pasión y es lo que sé hacer. Toma tiempo aprender esta nueva faceta, pero lo estoy aprovechando al máximo”, confesó Arroyo.

“Al principio me daba mucho estrés por las expectativas que yo me pongo como competidor, pero en la marcha uno va entendiendo que todo esto es un proceso y que necesito tener un poco de paciencia. Gracias a Dios tengo en Felo (Rivera) a alguien con mucha experiencia que conoce la liga y el negocio del baloncesto. Hemos podido trabajar al pie de la letra lo que hemos querido hacer”, dijo.

Si todo sale cual lo planeado, Arroyo dejará de ponerse un uniforme de baloncesto el año que viene, pero no abandonará el deporte que tanto ama.

Según confesó, espera continuar con el proyecto de los Cariduros y también contempla nuevas funciones en el baloncesto internacional sin descartar laborar en alguna faceta con la NBA.

“Administrar este equipo es una de las cosas que quisiera seguir haciendo para mantener el baloncesto de alto nivel en mi pueblo”, señaló Arroyo, de 37 años.

“Pero tengo muchas opciones. Por las relaciones que he desarrollado en mi carrera, he podido mantener comunicación con muchas personas dentro del negocio del baloncesto internacional e incluso de la NBA. Puede ser que en un futuro pueda trabajar como escucha, asistente o el desarrollo de jugadores”, concluyó.