Mientras miles de niños y jóvenes disfrutan en familia las festividades de la Navidad, existen otros tantos que no les queda más alternativa que conformarse con el amor que reciben de mano de sus tutores, mientras esperan ser adoptados.

En la mayoría de los casos, son menores que bajo la tutela del Departamento de la Familia (DF), están distribuidos en diferentes entidades, sin que reciban visita o el afecto de un familiar cercano, justo en esta época del año que evoca la unión, paz y armonía. En el peor de los casos, son niños y niñas entre las edades de 13 a 17 años, que en muchas ocasiones llegan a la adultez sin lograr su sueño de vivir en un hogar que les acoja.

“Es una realidad que la gente busca adoptar bebés y dejan a los más grandecitos sin adoptar. Yo les brindo todo el amor, comprensión, ayudas en sus asuntos personales y estudio, para que echen hacia adelante en la vida”, explicó Gisselle Vázquez, directora de la Fundación Hogar Elisa María Lazala Polo de Carolina, albergue para adolescentes entre las edades de 13 a 17 años.

“A mí me da tristeza muchos de estos casos. A ellos no tanto, porque están acostumbrados al sistema de haber vivido en varios hogares bajo el DF y eso es lo que aprendieron. Nos llega de todo y nosotros les brindamos todas las asistencias de salud mental y educación sobre todo, con ejemplos a seguir y hemos tenido resultados asombrosos como que de una matrícula de 24, se graduaron 23”, expresa Vázquez al indicar que el único interno que no logró su grado es porque llegó a la institución en mayo con calificaciones deficientes en todas las materias.

Sobre cómo celebran de las fiestas navideñas, la entrevistada explica que el grupo tiene el apoyo de diversas entidades y personas en su carácter individual que hacen todo posible por brindar alegría y calor humano.

“Para la Navidad, siempre hacemos una cena en Noche Buena con todos los platos que se encuentran en cualquier hogar de la Isla; arroz con gandules, pasteles, postres y otras cosas. Tenemos auspiciadores –como Fundación Voces- y personas, a los que llamamos ‘angelitos’, que hacen esto posible. Ellos se lo gozan y disfrutan mucho”, dice con voz alegre.

Vázquez menciona que una vez el joven esté cerca de cumplir los 18 años, ellos los van preparando con un programa especial de ‘vida independiente’ y que junto al DF, les proveen habitación y oportunidades de empleo temporero, mientras concluyan sus estudios.