Eran las 8:30 a.m., llegamos puntuales al campamento de Montaña Explora en Naguabo y 10 minutos más tarde iniciamos la caminata entre la espesa vegetación del bosque. 

 Ricky López y Luis Miguel Rivera conocen el lugar como la palma de su mano y se encargaron de dirigir los pasos de cada uno de los que formamos parte del grupo de entusiastas que se lanzó a la aventura de visitar el  Columpio de los Suspiros. 

Entre leyendas, anécdotas y varias paradas para recuperar el aliento, 40 minutos más tarde, logramos conquistar la cima de la montaña en donde ubica el árbol de los suspiros, lo que solo es posible con un guía. 

(Suministrada)

Algunos nos sentamos en la sombra. Otros extendieron mantas o utilizaron sus mochilas como almohadas y se acostaron en el suelo. El columpio no se veía por ningún lado, pero nos embelezamos con la vista. A la derecha El Yunque, a la izquierda lejana el mar y de repente la denominación de “suspiros” tuvo sentido.  

Como si de un espectáculo de circo se tratara observamos la destreza con que Rivera y López hicieron aparecer dos columpios en una sincronía digna de trapecistas. Arneses, mosquetones, descensores, cuerdas, equilibrio, cuerpos suspendidos en el aire y en menos de 20 minutos apareció el protagonista del día el Columpio de los Suspiros y con el la misma impaciencia que nos acompañaba cuando niños y esperábamos nuestro turno para mecernos. 

Uno a uno nos lanzamos y vivimos nuestra experiencia extrema de columpiarnos a más de 1,000 pies sobre el nivel del mar. Algunos gritaron de susto, otros arrojaron un rugido de victoria, mientras los asistentes de los guías se encargaron de empujarnos, prepararnos con el equipo de seguridad, darnos instrucciones y capturar las vivencias individuales en fotos. Algunos repetimos y revivimos el juego de la infancia hasta saciar nuestro niño interior. 

(Suministrada)

Cuando creíamos que la excursión había terminado, nos dirigieron al río. Allí nos equiparon con casco y chaleco salvavidas. Nos cruzaron por una fuerte corriente de agua hasta el tope de una cascada y nos deslizaron varias veces por una chorrera de piedras lisas y agua. Para culminar la aventura, nos dirigieron a un jacuzzi natural. Mientras nuestros músculos cansados se relajaban con el masaje perfecto, una vez más los guías y asistentes de Montaña Explora dieron un espectáculo digno de un circo.

(Suministrada)

Hicieron piruetas, subieron la cascada desafiando las leyes de fuerza y gravedad y cerraron el acto cuando formaron un tren y se deslizaron chorrera abajo en un dominio absoluto del escenario. 

Cuando reservamos el espacio para asistir a la aventura del Columpio de los suspiros, nos expresaron que tendría una duración de cinco a seis horas. Nos pareció exagerado el tiempo que nos indicaron y nos preguntamos qué tanto tomaría deleitarse del vaivén y andar el camino.

(Suministrada)

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Pero sí, la aventura duró seis horas, como lo anticipado, y aunque nuestros cuerpos ya estaban cansados nos quedamos con deseos de un chapuzón más.