Nada es eterno, lo sé. Pero, mami Eileen, ¡me hubiera gustado tanto vivir contigo unos cuantos años más! No obstante, no puedo quejarme. A tu lado, fui inmensamente feliz y me sentí querida y añoñada cada minuto, cada instante que duró mi tránsito por la Tierra. Sé que ocho años nos parecen poco a las dos, pero cuando uno se quiere como nosotras nos quisimos –¡y nos seguimos queriendo!–, aunque la vida sea breve, el amor perdurará por toda la eternidad. Recuerda, ayer y hoy, mañana y siempre, seré tu perrihijita. Tuya, en tu mente y tu corazón, Lady Angelique.