Ese, precisamente, es el amor que siento –y que sentiré– por ustedes por toda la eternidad. Familia, mis 11 años con ustedes fueron de absoluta dicha, pues sin fallar me dieron todo lo que quise y necesité hasta mi último día. Para mí, ustedes fueron ángeles que siempre me prodigaron cariño, paz y protección. Piensen en mí cuando vayan al mar a jugar con las olas, cuando salgan a pasear en auto (¡cuánto me gustaba!) y cada vez que salga y se ponga el sol. Yo los recordaré siempre. Con amor eterno, Champ.