Todo comenzó con el deseo de Sandra Mancilla, una ingeniera química de Santurce, de ayudar a las decenas de cachorros y perros realengos que son abandonados a diario en los alrededores de la compañía para la que trabaja en el municipio de Juncos.

Con sus propios medios comenzó a recoger canes en toda la zona para vacunarlos, desparasitarlos y esterilizarlos. Varios años después, en abril de 2013, Colitas de Amor se formó a través Facebook, red social que ahora utilizan a manera de servicio de adopción virtual y fuente de educación para romper con el ciclo de abandono y maltrato de animales en la Isla.

“Trabajo en una fábrica aquí cerca y empecé dándoles comida. Luego empecé a llevarlos a un veterinario aquí en Juncos y se volvió una rutina para mí”, explicó Mancilla, quien prefirió que no se divulgara el lugar exacto donde rescatan a los animales ya que, según indicó,  muchas personas al saber que existe un grupo que rescata animales en la zona, tienden a abandonar sus mascotas en el lugar.

“Hicimos una casita lejos de la carretera para darles comida y mantenerlos fuera de peligro. Hasta pusimos un letrero que explica que abandonar animales es penalizado por la Ley 154 pero como quiera la gente se entera que estamos aquí y nos dejan perros y hasta cachorritos en cajas”, añadió la directora del grupo.

El grupo, que actualmente cuenta con seis voluntarios, y que ya ha logrado sacar de las carreteras a sobre 100 perros y gatos, tiene una ruta de alimentación y rescate que trabaja de lunes a viernes desde tempranas horas de la mañana.

Mancilla recalcó que Colitas de Amor no es un albergue sino un grupo de impacto que busca educar sobre la importancia de esterilizar a las mascotas y crear conciencia entre la población de no abandonar perros y gatos en las carreteras.

“Los albergues son como parchos que resuelven momentáneamente, hay que ir hasta la raíz del problema que es el abandono indiscriminado de mascotas y la negativa de los dueños a esterilizarlos. Tiene mucho que ver con la cultura machista de Puerto Rico. Le adjudican características humanas a los animales y piensan que al esterilizar un perro macho va a perder masculinidad”, explicó.

Por su parte, Ileana Rivera, una joven voluntaria quien, en compañía de su esposo José Rodríguez, que se unió al grupo el año pasado, hizo hincapié sobre la necesidad que existe en Puerto Rico de educar a las personas en este tema.

“Hay una necesidad bien grande. En Puerto Rico se ve a un animal como un medio, como algo que presta un servicio para vigilar la casa o, con los gatos, para espantar a las ratas y, aunque a mucha gente no le guste que uno lo diga, no es como en Estados Unidos, que se ve a la mascota como parte de la familia”, aseguró Rivera, quien es maestra de profesión.

La maestra, quien colabora con el mantenimiento de la página de fans del grupo en Facebook,  explicó que esa red social ha sido de mucha ayuda para la labor que realizan.

“Facebook ha sido una bendición para nosotros porque utilizamos el fan page para educar a las personas, conseguir donativos y para conseguir personas que quieran adoptar a las mascotas que rescatamos. Nosotros no tenemos ninguna ayuda del Gobierno ni de entidades privadas, somos personas que de nuestros bolsillo sacamos el dinero y el tiempo para ayudar a estos animalitos”, añadió.

Mancilla explicó por su parte que la organización mantiene contacto con varios refugios de animales en los Estados Unidos donde han logrado colocar satos boricuas para adopción.

La historia de Martin

El grupo compartió una de sus anécdotas favoritas. La historia de Martin, un sato mezcla de shar pei que se convirtió en su primer can reubicado para adopción en los Estados Unidos.

“Encontramos aquí una pareja de hermanitos shar pei mezclados con sato como de un año que los habían dejado abandonados aquí y estaban casi en huesos. La perrita no sobrevivió pero el macho si y le pusimos Martin”, recordó la directora del grupo.

“Estuvo un año en Foster aquí y nadie lo quería adoptar porque no era muy bonito –aunque era un amor de perro- y ya era adulto. Le contamos la historia de Martin a un albergue de Virginia y ellos lo pidieron y se lo enviamos. Al otro día de llegar lo adoptó una familia”, añadió.

El grupo enfatizó en la necesidad de contar con más voluntarios que donen tiempo o recursos y exhortaron al público a hacer sus donativos a través de su cuenta de paypal o uniéndose a la organización escribiendo a colitasdeamor@gmail.com.