Los perros tienen instintos y sus acciones responden a causas naturales. Para adiestrarlos hay que recurrir a técnicas que se asemejen a las "lecciones" impartidas por sus madres. "La naturaleza no castiga, los humanos sí", sentencia Rafael Ángel Villarroel, entrenador de canes. Por ello, las sanciones casi nunca solucionan los problemas que los propietarios tienen con sus mascotas. Si desea entrenar a su animal, recurra a métodos más efectivos.

Un perro bien entrenado garantiza seguridad. Los maltratos a los animales son riesgosos, pues generan un estado de dolor y alerta. Eso puede traducirse en comportamientos compulsivos y, en ocasiones, violentos. La situación se produce porque la persona pierde su carácter de guía al someter a la mascota por la fuerza. "El perro no verá a su dueño como un líder ni como un miembro de la manada. No le tendrá respeto, sino miedo", explica Villarroel.

El error en el trato con los animales es común. Villarroel comenta que cuando una persona intenta corregir a un animal, impone técnicas de disciplina humanizadas en un ser que no es humano. Como consecuencia, las acciones pueden convertirse en un maltrato físico o psicológico. En el caso de ejercer fuerza, se ocasionan ambos tipos de agravio.

Los maltratos verbales también generan una fuerte ofensa para los canes. Si la agresión se da una sola vez puede que no ocasione ningún tipo de daño. El problema comienza cuando las sanciones severas se producen frecuentemente.

"El instinto en la persona es pegarle con más fuerza hasta que el perro responda a la corrección", dice Villarroel. Esa acción tiene efectos tanto en la seguridad del perro como en la del propietario.

Las consecuencias psicológicas son visibles. Se crean fobias en las mascotas. "Un miedo al objeto, actitud o escena que el perro recuerda que le procuró un daño", define Villarroel. Su comportamiento cambia. Puede tornarse un animal miedoso o violento en extremo. Zenia Araque, entrenadora de caninos, explica que intentar adiestrar a un perro por medio de ataques físicos o verbales no soluciona nada. En su lugar, se consigue un retroceso en el desarrollo.

Riesgos y soluciones. Al ejercer fuerza sobre el animal, se pierde su respeto. La mascota lo verá como alguien que le causa sufrimiento. Por ende, el perro empezará a temer cuando esté cerca de su dueño. Si la mascota es sumisa, puede morder al propietario. "No lo hace por rabia ni por un deseo de agredir, sino por el dolor. Si la persona vuelve a ejercer un golpe fuerte en una zona que presente sensibilidad por una lesión previa, el perro por instinto intenta defenderse", señala Villarroel.

"Las correcciones deben ser proporcionales a la acción que el perro toma", explica. Los horarios son efectivos para enseñarlo a hacer sus necesidades en el lugar adecuado. Hay que definir un área destinada para ese fin y un tiempo para la comida y los paseos.

Hay ciertas medidas que pueden aplicarse para enseñar a la mascota qué está bien y qué está mal. Villarroel dice que usar un collar de corrección puede ser útil. A pesar de que a muchos les molesta esta medida, el instrumento se asemeja a una actitud natural.

"Una perra muerde de manera suave a su cachorro por el cuello para trasladarlo de un lugar a otro", señala el entrenador.

Sin embargo, recomienda no abusar del uso del collar.

Los llamados de atención funcionan. Araque señala que los gritos muy frecuentes son una forma de agresión verbal.

Sin embargo, emitir sonidos en un tono alto es necesario para dar órdenes porque transmite liderazgo y disciplina. El perro puede que no comprenda lo que su propietario le reprime.

Es por esta razón que la palabra que utilice para tratar de corregir una actitud o acción debe ser siempre la misma. "Al principio, la mascota no entenderá la palabra. Pero luego sabrá lo que significa al notar su uso frecuente y el lenguaje corporal que emplea la persona al emitir el sonido", explica Araque.

No premie ni acaricie a la mascota cuando realice una acción perjudicial. De esa manera, junto con el llamado de atención, el canino comprenderá que su actitud no es adecuada. Villarroel recomienda evitar el uso de la palabra "no" al momento de regañar. Es muy común escucharla en la calle. Si el perro oye a otra persona decir "no" en un tono de voz alto, lo advertirá como un llamado de atención y quedará confundido.

El adiestramiento no se limita a los regaños. Cuando el perro actúa correctamente, su propietario debe hacérselo saber. Esto es necesario como complemento, pues garantiza que la reprimenda sea efectiva. Araque señala que es bueno otorgar premios y caricias cuando las mascotas obedecen. También se debe cambiar el tono de voz en estas circunstancias. Se usa un tono cariñoso como estímulo. Por otra parte, es importante saber cuándo llamar a la mascota por su nombre. Araque recomienda evitar su uso cuando va a reprimirlo. "La mascota debe asociar su nombre con algo positivo, con juegos, trabajos o comida. El nombre le indica acudir a un llamado", finaliza Araque.