Empieza la odisea

Cuca, Tigre -alias Manolo- y Coki componen un trío perruno que, desde hacía poco más de un año, había hecho su hogar en un estacionamiento en Santurce, en las cercanías de un banco, en la parada 23 de la Ave. Ponce de León. De los tres, a la primera que conocí fue a Cuca, una perra mezcla de Labrador color crema y con una carita preciosa. Ella me hizo pensar, en un inicio, que andaba recién perdida. Cada vez que la veía, caminando cerca de la orilla de la acera, por el carril que pasa la guagua de la AMA, me alarmaba al pensar que corría riesgo de ser atropellada.

Un buen día, junto con mi mejor amiga, decidí comprarle comida a Cuca. Y, de camino de mi hora de almuerzo, paré en un colmado cerca de donde la vi acostada en el pavimento.  Con lata en mano, salí a buscarla pero no la encontré donde antes la había visto.  Luego de caminar un rato, nos dimos cuenta de que Cuca estaba dentro del estacionamiento, recostada al lado del guardia de seguridad.  Fue, entonces, que conocí a Fernando, uno de los guardias del estacionamiento, que se apiadaba de Cuca y sacaba de su salario para comprarle comida.  Fernando me explicó que Cuca llevaba tiempo en la calle y que él, en la medida en que podía, la cuidaba junto con Tigre y Coki.  Según Fernando, tanto Tigre -una mezcla de American Bulldog- como Coki -un pererito mezcla de Collie- habían aparecido un día por el áreas, asustados, sin saber para dónde coger.  Según su impresión, parecía como si los hubiesen abandonado allí.  Fernando, amante de los animales, comenzó a velar por ellos y a darles comida.

Así fue como empezó toda mi historia con este trío ejemplar.  En un abrir y cerrar de ojos, me encontraba llevándoles comida todas las semanas para ayudar a Fernando a proveerles un poco de cuidado.  Pero, según fue pasando el tiempo, más me robaban el corazón al ver lo tiernos y dóciles que eran.  La idea de rescatar a los tres cruzó mi mente en varias ocasiones, pero, la realidad era que no sabía cómo me podía hacer cargo de tres perros, viviendo en un apartamento.  Sin embargo, el tiempo sólo me demostraba que cada día que pasaba, la salud y el bienestar de estos tres animalitos iba desvaneciendo.

Uno se salvó, pero, ¿y los otros dos?

Coki, el más pequeño de los tres, había sido golpeado por un carro y, aunque gracias a Dios no sufrió ninguna herida grave, el pobre anduvo cojeando y acongojado por varias semanas.  Fue, entonces, cuando decidí, junto con mi esposo, rescatarlo y buscarle un hogar.  Debido al tiempo que llevaba en la calle, Coki ya estaba anémico y con una epidemia de pulgas que agravaba su condición. Pero, con el cuidado adecuado, logró reponerse y fue adoptado por una chica que, al igual que nosotros, se enamoró de él en cuanto lo vio. Hoy día, Coki recibe el amor y cuidado que siempre mereció.

Entonces quedaban dos.  Cuca y Tigre, por ser más grandes, nos dificultaban poder rescatarlos a la vez. Ambos se pasaban juntos, así que, ni considerar la idea de sacar a uno y dejar al otro. 

La salud de los dos iba en claro descenso y sabíamos que, de llevarlos a algún refugio, las probabilidades eran altas de que los pusieran a dormir.  Tigre había sido gravemente golpeado en varias ocasiones, incluso habían intentado envenenarlo.  Cada vez, entre Fernando y aquellos de nosotros que nos apiadábamos de él, hacíamos lo imposible por remendarlo.  Su condición se agravó cuando se contagió con sarna y su piel empezó a sangrar por lo mucho que se rascaba. Sin embargo, y a pesar de todo esto, Tigre siempre le brindaba su mirada dócil y tierna a cada extraño que le pasaba por el lado.

 

 

Cuca, por su parte, tenía un sangrado constante en su área vaginal y estaba tan hinchada en sus partes, que hubo gente que pensó era perro y en lugar de hembra.  Fernando, alarmadopor esto, me comentó que creía que Cuca se estaba muriendo. 

Cuando fui a visitarla, me percaté de que la hinchazón que tenía en su genitalia había llegado a tal punto que la piel se le había abierto y tenía úlceras alrededor del área afectada.  Quedé tan traumatizada, que llegué casi llorando a mi casa. Supe, entonces, que ya no había opción para mí y que no podía quedarme tranquila al ver como estos dos animalitos iban sucumbiendo a su suerte por el abandono de alguien que no supo brindarles el hogar que merecían. 

El otro rescate

Sin saber realmente cómo íbamos a poder con los dos, mi esposo y yo rescatamos a Cuca y a Tigre.  Una vez en el veterinario, nos informaron que ambos perros eran bastante jóvenes, teniendo un máximo de dos años de edad. Tigre, milagrosamente y luego de todos los golpes y demás, estaba bastante saludable y sólo tenía su condición de piel, que era tratable.  Cuca, por otro lado, tenía cáncer y otras complicaciones de salud, que agravaban su situación.  El diagnóstico fue tan alarmante, que el veterinario inclusive nos recordó que siempre teníamos la opción de ponerla a dormir. 

Tomando en consideración el cuadro clínico de Cuca, esa opción era viable, pero algo en esta perrita no nos permitió tomar esa decisión. A pesar del cuadro clínico presentado, Cuca se veía llena de vida y con ganas de luchar por sobrevivir.  Así que, decidimos luchar junto con ella y  brindarle el cuidado que necesitaba. 

A la semana de estar hospitalizada, Cuca mostró señas de mejoría.  Su deseo por salir hacia adelante era, sin lugar a dudas, evidente. Por si fuera poco, la muchacha tenía una sorpresa bien guardadita; algo que nadie había podido detectar. Y es que, a las dos semanas de estar hospitalizada, y dos días antes del paso de la tormenta Irene, ¡Cuca dio a luz a seis cachorros!

Nadie lo podía creer, pero ahí estaba, nuevamente, otro milagro de vida. A pesar de su tumor canceroso y sus otras complicaciones de salud, pudo parir bien. Pero, las sorpresas no paraban, pues pronto nos enteramos de Tigre era el padre.

 Los 6 cachorros nacieron tan saludables, que hasta el equipo de la clínica veterinaria estaba asombrado. Hoy día, ya ha pasado poco más de un mes desde que rescatamos a esta familia tan especial. Tigre ha tenido una recuperación asombrosa y está de huésped temporero en nuestro hogar, en lo que le encontramos una nueva familia responsable, que le brinde todo el amor y cuidado que él merece. De hecho, ahora se llama Manolo, pues nos dimos cuenta de que un perrito tan tierno no podía llevar un nombre tan rudo, que sonaba a agresividad.

Cuca, por su parte, ha respondido de maravilla a todos sus tratamientos y actualmente está en evaluación para la  cirugía de remoción de su tumor. ¿Y los otros seis milagros de vida? Están preciosos, saludables y en busca de futuros hogares.

Epílogo

Aunque la historia de Cuca, Tigre (Manolo), Coki y los  cachorros tendrá un final feliz, son muchos los perros en Puerto Rico que son abandonados a su suerte o maltratados por aquellos que, en una ocasión, prometieron cuidarlos, brindarles amor y un hogar. 

Más aún, cada vez son más los perros extraviados por falta de un collar que los identifique o por la ignorancia de muchos que piensan que los perros siempre sabrán regresar a sus amos.  Me lleno de vergüenza cuando turistas preguntan por la razón de tantos perros muertos, atropellados a orillas de las carreteras. Pero, peor aún, me abruma la impotencia de que, aunque aporte mi granito de arena, eso no cambiará la triste situación de tantos animales.

Pienso,como muchos, que el cambio tiene que venir del Gobierno, que tiene que crear y, sobre todo, hacer cumplir las leyes que ya existen para la protección de animales. Alguien tiene que establecer mejores programas para educar e incentivar a los ciudadanos a esterilizar a sus mascotas.

El cambio tiene que darse por medio de la educación desede una edad bien temprana, para que desde pequeños,  nuestros niños sepan todo sobre el cuidado apropiado de las mascotas.  En fin, el cambio tiene que darse en cada uno de nosotros, para crear conciencia sobre el problema de la sobrepoblación, el abandono y el maltrato de animales que enfrenta nuestra Isla. Sólo así, lograremos evitar que existan más Cucas, Manolos o Cokis, que necesiten ser rescatados de nuestras calles.
         
 ¿Quieres ayudar?

Gracias a Dios, TODOS los bebés de Cuca y Manolo encontraron hogares amorosos. sin embargo, Manolo aún necesita uan familia que lo quiera y lo cuide como él se merece. Los interesados en adoptarlo pueden llamar a la cínica veterinaria San Uan Animal Hospita, al 787-721-1243.  Por el momento, en lo que se repone, Cuca permanecerá con su madrina. Pero, en cuanto esté como nueva, también buscará su hogar.