Cientos de perros sin hogar son transportados cada año desde Puerto Rico hasta albergues en Estados Unidos donde tienen más posibilidades de ser adoptados por alguna persona dispuesta a cuidarlos y darles cariño.

La alta cifra de satos realengos en las calles de la Isla, que fácilmente supera los 100,000, ha conmovido a muchos norteamericanos que han desarrollado un cariño especial por los animales que aquí no quieren y que trabajan activamente por encontrarles un buen hogar.

Recientemente, la activista de los derechos de los animales Georgina Bloomberg dio a conocer que en noviembre pasado rescató a 10 perros satos de Puerto Rico. La hija del exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg los transportó en el avión privado de su padre y habló para la revista People sobre el gran problema con los perros sin hogar que deambulan por la Isla.

Asimismo, la actriz y cantante Selena Gómez es la madre adoptiva de dos “satos portorricensis” y ha sido portavoz de Island Dog, una de las organizaciones sin fines de lucro que se dedican a ofrecer cuidados a los caninos realengos.

Otras entidades como Pet’s Alive, Save a Sato y Humane for Society dirigen sus esfuerzos a trasladar a los satos a los llamados “no kill shelters” en Estados Unidos.

Vergüenza nacional

Save a Sato, por ejemplo, envía cada año entre 500 y 600 perros.

“Estos animales van a ser llevados a Estados Unidos, donde los albergues son cinco estrellas y no los ponen a dormir. Van a ser adoptados. Puede pasar un año, dos años, pero van a ser adoptados”, explica Gloria Marti, presidenta de la organización, sobre el destino de los animales que llegan a su refugio.

Los albergues con los que mantiene comunicación especifican periódicamente qué tipos de perros están buscando, dependiendo del espacio que tengan disponible. Marti costea su pasaje con los donativos que recibe. Una vez allá, el personal dedicado acicala a cada animal, lo fotografía e inicia una campaña para conseguirle un adoptante.

“Aquí en Puerto Rico, lamentablemente, por la culpa de “breeders” (personas que se dedican a criar perros de raza en grandes cantidades para lucrarse de su venta) y el no esterilizarlos es que se matan los animales, porque si no hubiese venta y la gente esterilizara, este problema se acabaría”, apunta Marti, quien exhorta a los puertorriqueños a adoptar en los demás albergues de la Isla donde los perros tienen un tiempo para ser rescatados antes de ser sacrificados.

De acuerdo con la relacionista Sylvia Bedrosian, quien trabaja como voluntaria en la misma organización, los satos puertorriqueños han ganado fama en Estados Unidos al punto de que muchos han hecho fila para recoger a los perros que llegan cuando son sacados de la Isla por la amenaza de alguna tormenta o huracán.

“Aunque es lindo que los esperen, también dice mucho, y muy mal de nosotros como país que los tengamos que estar enviando allá”, comenta Bedrosian.

“Parece que los puertorriqueños nos creemos el último refresco del desierto que la gente solo quiere Golden Retriever, Schnauzer, Shitzu, Yorkie o Chihuahua. Esas son las razas que buscan aquí porque parece que el perro es como el carro, símbolo de estatus”, condena la voluntaria.

Bedrosian y Marti se hicieron eco del reclamo que insistentemente han levantado rescatistas y defensores de los derechos de los animales: que el gobierno de Puerto Rico se tiene que comprometer con realizar una campaña masiva de educación para los ciudadanos y de esterilización para los animales, de manera que no continúen reproduciéndose y aumentando la sobrepoblación de perros y gatos realengos en las calles.