Los perros son seres curiosos y fascinantes. Por un lado, parecen tener tantas cosas en común con nosotros, los humanos –les encanta comer y dormir, que los rasquen, que les demuestrn cariño–... Pero, por otro lado, tienen comportamientos que, francamente, nos dejan con la boca abierta, incapaces de entender por qué hacen esto o aquello. No en balde entre los etólogos –científicos que estudian el comportamiento de los animales–, los que se especializan en la conducta canina o felina son los más solicitados por el público general para ayudarlos a conocer  mejor a sus mascotas.

Esta semana, nos dedicamos a aclarar algunas dudas sobre 10  de las prácticas caninas que más nos intrigan.

  ¿Quieres saber por qué...

...  menean la cola?  Los perros utilizan sus colas para expresar sus emociones. Por ende, dichos apéndices son buenos barómetros, por así decirlo, para que los canes puedan interpretar sus intenciones entre sí.   Por ejemplo, si un perro tiene la cola erguida y la menea de atrás hacia adelante (en lugar de lado a lado), probablemente esté advirtiendo: “ Tengan cuidado conmigo”.

 Cabe señalar que, para juzgar debidamente las intenciones de un perro, hay que fijarse más allá de su rabo. Su mirada y la posición de sus orejas, entre otros, completarán el conjunto de factores que ayudarán a interpretar lo que esté pensando.

... se ponen panza arriba cuando reciben a uno? Generalmente, este gesto está considerado como un acto de sumisión. En el mundo de los lobos hay jerarquías bien establecidas. Dentro de una manada, la mayoría optará por exponer sus partes más débiles (el vientre y los genitales) ante el más fuerte en señal de que no lo están retando ni quieren usurpar el poder. Cuando lo hacen delante de ti, están reconociéndote como el jefe de su núcleo y se pondrán panza arriba para congraciarse contigo.

... nos saludan,  brincándonos encima? Este es un comportamiento típico de cachorros. Es la manera en que los lobitos y perritos, compitiendo con sus hermanos, luchan por  alcanzar la boca de la mamá para poder lamerla y estimular el reflejo de regurgitación (así es como empiezan a comer comida sólida). Es preferible corregir esto durante la etapa de infancia canina, ofreciéndole a la mascota un premio a cambio de no hacerlo.

... se revuelcan en olores nauseabundos? Respecto a este otro comportamiento atávico de sus antecesores los lobos, la mayoría de los expertos coincide en que la intención original de esta práctica es camuflar el olor natural del animal para que sus presas no se den cuenta de que ellos se les aproximan y así las puedan tomar por sorpresa. 

... se tragan la comida casi sin masticar? En estado salvaje, los cánidos no saben  cuándo se les presentará la oportunidad de cazar otra persa. Además, cuando un animal está comiendo, es muy susceptible al ataque de otro depredador. Por tanto, su instinto le provoca comer velozmente para: a) comer la mayor cantidad de alimento posible, y b) permanecer en una postura indefensa el menor tiempo posible. Si a esto se suma el que, durante su infancia temprana, el animal haya tenido que competir mucho por su comida, se tragará sus alimentos como una aspiradora.

... se persiguen el rabo? Muchos expertos en psicología canina coinciden en que este comportamiento, que raya en lo obsesivo-compulsivo, casi siempre es producto del aburrimiento y la falta de socialización.  Un perro que dé un buen paseo diario, que constantemente reciba estímulos positivos y que comparta mucho con sus humanos y otros perros, difícilmente se dedicará a perseguir su propia cola. Por otro lado, si la gente acostumbra a reírse cuando un perro hace esto, el animalito podría acostumbrarse a hacerlo precisamente para llamar la atención.

... insisten en treparse en los muebles y las camas? Dondequiera que te sientes o recuestes, el amoblado tendrá un fuerte olor a ti, sobre todo si se trata de muebles forrados en tela (si te fijas, esto raras veces ocurrirá con muebles de madera, de metal o de cemento). En su afán por estar más cercanos a ti, los canes harán todo lo posible por  yacer en los lugares que tengan tu “fragancia”. Por otro lado, ellos saben que esas cosas son más mullidas que el piso y, ¿a quién no le gusta eso?

... comen hierba? Nadie  lo sabe a ciencia cierta, pero hay dos teorías que prevalecen. La primera es que la hierba es una buena fuente de fibra y que su contenido de clorofila ayuda a la digestión. La segunda es que es un comportamiento atávico, nuevamente, herencia de los lobos. De acuerdo con esto último, si un cánido come algo que le provoca náuseas, al ingerir  hierba, esta se mezclaría con la sustancia ofensiva para provocar el vómito y, así, deshacerse de la misma. Lo cierto es que, aunque no hayan ingerido algo que les haya caído mal, cuando sienten el estómago revuelto, los perros, instintivamente, comen hierba.

... muerden zapatos, muebles, cables etc.? En los cachorros, el cato de morder tiene la misión de fortalecer sus quijadas y aliviar las molestias de la dentición. Pero, cuando este comportamiento prevalece durante la adultez, probablemente es porque el perro necesita calmar su ansiedad debido a que: 1) no se ejercita lo suficiente, 2) no recibe la estimulación mental adecuada, 3) no ingiere la fibra necesaria. Como al masticar se secretan endorfinas, el perro se calma a sí mismo, mordiendo todo lo que encuentre para aliviar su estrés.

... se montan en nuestra pierna, entre machos o hasta entre hembras? En los perros más jóvenes  –sobre todo, entre los que no se han estrilizado–, el acto de montar es un reflejo de su despertar sexual: reaccionan a su instinto de copular, pero todavía no tienen idea de cómo hacerlo. Cuando lo hacen en nuestra pierna o  un peluche, casi siempre es porque reaccionan a algo que les ha excitado, lo que provoca que confundan su agitación anímica con fogosidad sexual.  Cuando lo hacen entre ellos, lo más probable es que se trate de un acto de dominancia por medio del cual machos que hembras tratarán de establecido quién  manda.