No la salvó de un fuego ni de ahogarse en la playa. No se interpuso entre ella y unos maleantes ni le adviritó que había un escape de gas. No obstante, a Iris López Maymí no le cabe la más mínima duda de que si está viva hoy, es gracias a Nena. La perra, una simpática y regordeta sata con “algo” de Pastor Alemán o Labrador en su oscuro pasado, ayudó a su guardiana a descubrir que padecía de un horrible tumor en un ovario.

 Y que conste, que cuando decimos “horrible” no hablamos en sentido figurado. El tumor que Iris tenía en su vientre se conoce como un teratoma, palabra que proviene del griego y que significa, literalmente, “tumor monstruoso”.

Ahora bien, cómo Nena sabía que la salud de su amada guardiana estaba seriamente afectada es un misterio que, tal vez, nadie desentrañe jamás. Pero, cómo se lo hizo saber a Iris, es un relato sumamente curioso y asombroso por demás.

Nena hace algo diferente

“Hace meses”, relató Iris, “Nena empezó a pasarme la lengua por el ombligo. Lo hacía todas las noches, cuando yo  llegaba del trabajo y me acostaba en la cama a ver televisión. Ella siempre me buscaba el ombligo”. Era algo que la perra nunca había hecho en los seis años que llevaban juntas. Pero, un buen día empezó a pasarle la lengua a su ama, específicamente por esa área. “Me levantaba la ropa, olía primero, y, entonces, me pasaba la lengua” y hasta usaba un poco los dientes como si le quisiera arrancar algo de ahí.

En un principio, ella no le adjudicó gran importancia a este nuevo “hábito” de su mascota. “Pensaba que eran manías”, comentó.

Como a los dos meses de este nuevo comportamiento de Nena, a Iris se le ocurrió comentárselo a su papá, don José Luis López, pero ahí quedó la cosa. De hecho, a pesar de que un día, por casualidad, Iris dio con un canal de televisión en el que estaban dando un documental sobre perros que percibían enfermedades, tumores “y cosas así”, por medio de su olfato, y, aunque don José Luis le sugirió que visitara un médico cuanto antes, “yo, con el hoy y el mañana, no lo visité”.

De hecho, entre Iris, su papá y la esposa de éste llevaron a cabo una prueba que era como para hacerla acudir a un facultativo a la mayor brevedad. Los tres se pusieron en fila y al alcance de Nena e hicieron un experimento. Todos se levantaron sus camisas y prácticamente obligaron a Nena a que les olfateara y les lamiera los ombligos. Pero, nada que ver. Una y otra vez, la perra insistía en lamer sólo el vientre de Iris. “Era sólo a ella”, recordó don José Luis. 

Así las cosas, la mujer dejó pasar “nueve o diez meses, más o menos” hasta una terrible noche en que la atención médica no se hizo esperar más.

Un dolor insoportable

Una tarde, al llegar del trabajo y entrar a su casa, Nena empujó a Iris. “Me puso las dos patas, de golpe, en el lado izquierdo, en el área del ovario. Me empujó bien duro. Ella siempre brincaba, me empujaba un poco, pero salía corriendo”, aclaró Iris. “Ese día fue, ¡bum!, de momento, y se echó para atrás. Se quedó parada, mirándome. Noté algo raro en su comportamiento”.

Luego de increparla, aunque con cariño, por la brusquedad de su “saludo”, Iris sacó a Nena al patio, donde la mascota jugó con sus otras perrihermanas. 

Después de que las perras jugaran un buen rato, Iris volvió a entrar a su casa y fue a usar el baño. “Cuando fui a pararme, no podía porque era un dolor y un dolor... en el área del ovario izquierdo”. Era un dolor tan intenso, “que me paralizó la pierna izquierda”, recordó. “A duras penas, pude salir del baño, arrastrándome hasta tirarme en mi cama. Me puse un pad caliente”.

Pero, al ver que el dolor no se atenuaba y que el fuerte calambre en la pierna no menguaba, Iris decidió llamar a su papá. “Por favor, búscame”, le imploró, “y llévame a un hospital”.

Cirugía de emergencia

Al llegar al hospital, en cuanto Iris relató el suceso y explicó la magnitud y ubicación de su dolor, la sometieron a un CT scan abdominal. El resultado de la prueba reveló que tenía un tumor del tamaño de una pelota de béisbol ubicado, precisamente, en el ovario izquierdo.

Ese tipo de tumor se conoce como teratoma y le dijeron que había que extraerlo de inmediato. “Del HIMA ambulatorio, en Caguas, me refieren en ambulancia a las dos y pico de la mañana, al HIMA (hospital) para verme con un cirujano porque me tenían que operar”.

Cabe señalar que, fuera de los “avisos” de Nena, de sus constantes olfateos y lengüetazos, Iris nunca sintió nada que la  hubiera llevado a pensar que tenía semejante tumor en su vientre. “Ni dolor ni molestia. Nada”.

El diagnóstico

El médico que intervino a Iris López Maymí fue bien claro e inequívoco cuando habló con ella, luego de su cirugía. “Me dijo que ese tumor podía haber estado en mi ovario de siete a ocho meses antes de que Nena empezara a olerme y lamerme el ombligo, y que si no me hubiera operado,   hubiera degenerado en un cáncer. Que gracias al golpe que ella (Nena) me dio se activó el dolor porque, al yo no sentir nada, pasaban de seis a ocho meses más, eso se seguía incubando y él hubiera terminado sacándome  un cáncer de ahí”.

Sin duda alguna

Seguramente, habrá quienes pongan en tela de juicio si Nena realmente sabía o no que la salud de su guardiana estaba en peligro. Sin embargo, Iris insiste en algo una y otra vez: después de su cirugía, Nena no se acerca a su ombligo. Por más que ha tratado, llevando la cabeza de su mascota hasta su vientre, “olisquea un poquito, pero se aleja enseguida. No le interesa lamerme en lo más mínimo. ¡Me salvó la vida!”.

¿Qué es un teratoma?

Un teratoma es un tumor embrionario compuesto de tejidos biológicos provenientes de diferentes órganos. Los  teratomas pueden contener pelos, dientes, huesos y hasta  ojos e intestinos. Pueden presentarse en niños y en adultos (tanto hombres como mujeres). Los teratomas maduros suelen ser benignos y los inmaduros suelen ser malignos.

Fuentes:  blogdefarmacia.com, escuela.med.puc.cl

Mascotas que alertan sobre enfermedades

El caso de Nena, la perrita que se percató de que Iris López Maymí  tenía algo “raro” en el vientre, no es aislado. Por décadas, los perros se han utilizado para detectar explosivos y drogas, y para rastrear criminales y personas extraviadas. Por eso, gracias a su extraordinario sentido del olfato, en años recientes ha aumentado el número de animales que están siendo entrenados para detectar enfermedades en los humanos. 

 De hecho, durante los pasados 20 años, el Dr. Larry Myers, profesor asociado de la Auburn University College of Veterinary Medicine en Auburn, Alabama, ha puesto a prueba las capacidades olfativas de sobre  4,000 perros con resultados impresionantes. Más aún, el doctor advierte que no se trata de magia. En el pasado, los mismos médicos detectaban cambios en la salud de sus pacientes, valiéndose de su propio sentido del olfato.

 Por ejemplo, antes, la diabetes era diagnosticada por los facultativos que olían las muestras de  orina de sus pacientes. Por otro lado, el mal aliento suele ser un indicativo certero de enfermedad de las encías, y ciertas infecciones en la piel de las personas quemadas pueden ser detectadas por el olor de éstas.

 A continuación, algunas de las enfermedades y condiciones de salud sobre  las cuales  los científicos entienden que los perros nos pueden alertar: Epilepsia, Bajones de azúcar, Ataques cardiacos, Melanoma (cáncer de la piel), Alta presión, Migrañas

Y, aunque la mayoría de los datos recolectados son anecdóticos, investigadores en Gran Bretaña han encontrado que, en efecto, las personas epilépticas con perros que les “avisan” sobre sus ataques inminentes están reportando menos casos de ataques epilépticos.

Fuentes:  msnbc.com, Beth Israel Diaconess Medical Center