Querido papi Luisito, aunque estoy muy a gusto en el cielito de las mascotas, no niego que te extraño un montón. ¡Es que fueron 21 años de amor incondicional! Aún recuerdo cuando me viniste a buscar. ¡Yo hasta cabía debajo de tu brazo! ¡Cómo me gustaba que durmiéramos juntos y me cogieras de almohada! Aunque ya hacen dos años de mi partida, a menudo revivo mis últimos momentos contigo como si hubieran ocurrido hace solo minutos: te despediste de mí, me diste una galletita de las que tanto me gustaban y me dijiste “Dios te cuide”. Y así fue; papito Dios me mandó a buscar con unos hjermosos perriangelitos y, desde entonces, me sigue cuidando y junto a Él te espero porque nos volveremos a encontrar, ¡no lo dudes! Tu compañera fiel y muy agradecida, Berry.