Todos hemos oído hablar de una mascota que vivió un montón de años. “Yo tuve una que me duró 14 años”, se jactan unos. “Y yo otra que llegó a los 16”, comentan otros. Sin embargo, raras veces tenemos la oportunidad de conocer, de primera mano, cómo fue que esos animalitos alcanzaron una edad madura tan avanzada. ¿Es que se trataba de algo que ya estaba en sus genes? ¿Les dieron de comer algo “especial”? ¿O fueron los cuidados y las atenciones de sus amos, los que los ayudaron a llegar a la vejez contentos y -considerando el tiempo transcurrido- “como cocos”?

  Para conocer las respuestas, hicimos una convocatoria entre nuestros lectores y cibernautas, quienes prontamente respondieron a nuestro llamado para hablarnos orgullosos sobre sus mascotas “entraditas en años”.

A continuación, algunas de sus conmovedoreas historias...

 

 

TESTIMONIOS DE AMOR

 

“Un honor para mí”

 Cuando Luz Mercedes Figueroa  rescató a su Boxer -a quien bautizó como Rita Medina Figueroa-, ya la perra tendría unos cinco o seis años. Eso fue en el 2001 y, ahora, aquel pobre animalito que fue encontrado “vagando asustada, desesperada por el hambre y muy enferma”, según relata Mercedes, hoy día es una feliz ancianita a la que se le calculan unos 14 años. Y, aunque le queda sólo un colmillito, Rita siempre se ha distinguido por tener “muchos deseos de vivir” y porque aún hoy “sus ojitos irradian alegría”.

    “Está bien viejita” reconoce su amorosa dueña, “sólo le queda un colmillo, tiene glaucoma y está muy malita de sus patitas traseras. Pero, parece no preocuparle. Se levanta con suma dificultad y sus patitas no le responden como ella quisiera. Pero todos los días, me saluda, toma sus medicamentos, y su mayor alegría es ver el plato de comida”.

 “Tiene su camita en mi habitación y su casita en el patio. Ya es más lo que descansa que lo que vigila. Pero, a cambio de sus alegrías, agradecimiento y lealtad, me toca a mí ahora ser por ella. Y es un honor para mí acompañarla”.

 

 Fiel compañera

 Ver a Natividad Rivera Rivera con su “hijita” de cuatro patas Layka M.Rivera, es un verdadero deleite. El animalito, que este año cumplió 16, vive como una verdadera reina. “Se pasa en aire acondicionado y pasea en carro -con aire acondicionado, también- conmigo”.

 Layka se traslada de lugar en lugar, ya bien sea en los cariñosos brazos de su “madre”                               o en un kennel donde reposa sobre un lindo cojín de tela brocada. Y cuando se hace necesario, su “hermano” Luis, hijo de Natividad, las acompaña para que dueña y perra puedan estar juntas a sus anchas.

 Y es que Layka es amada por todos en su familia. De hecho, según relató su “hermana” Jackeline, que fue quien nos escribió, a Layka “le falta su ojito derecho y ya casi no le quedan dientes. Ha sido la fiel compañera de mi mamá y merece ser reconocida por la gran labor que ha realizado durante todos estos años”.

 ¡Así es y así será!

 

 Bien acompañada... ¡siempre!

 Vivian Arévalo no puede evitar recordar diariamente a su querida madre, ya fallecida, pues todas las noches la señora se despedía de las gatitas Lucero y Sissy, diciéndoles: “Cuiden a (Vivian) su madre y vigílenla mientras duerme”. “Y todavía continúan haciéndolo”, afirma Vivian.

   Las dos gatitas son como la noche y el día: Sissy -blanca como la nieve y de 14 años- es más tímida;  Lucero -de abundante pelaje negro y blanco, y con 18 años de edad- es la que se las ingenia para impresionar a la gente.

  “Cuando la fui a adoptar, ella vino a mí. Y hasta ahora hemos seguido juntas”, comenta encantada Vivian. “La tongoneo comprándole las galletitas o dándole pedacitos de pollo  o jamoncito. Le fascina que la baile, aunque como está viejita, la respiracion no es igual, ella intenta seguir bailando. Y cuando llego de trabajar, siempre está detrás de la puerta, esperándome, como si fuera mi madre.   Lucero y Sissy siempre están conmigo y espero que sigan así por muchos años más”.