¿Cuánto vale tu palabra? 

Dicen que todo tiene un precio. Yo prefiero pensar que todo tiene su valor. El esfuerzo que ponemos en todo lo que hacemos –nuestro desempeño laboral, por ejemplo–, tiene un valor y, gracias a ello, recibimos una remuneración. Nuestra buena voluntad también vale mucho y la misma suele ser reconocida por aquellos a quienes defendemos o ayudamos. Otra cosa que tiene un valor incalculable es la salud porque, sin ella, ¡ya me contarán qué haríamos! 

Pero, de todas las cosas que valoro en otras personas tanto como en mí misma, la que más atesoro es el cumplimiento de la palabra. Por eso, cuando alguien se compromete a hacer algo y contra viento y marea cumple con lo que ha prometido, irrespectivamente de si esa persona me cae bien o me cae mal, inmediatamente se gana mi respeto. En cambio, cuando las personas faltan a su palabra, un desprecio visceral me invade de la punta de los pies  a la punta de mis cabellos y me cuesta mirarlas de frente y, mucho más, perdonarlas.

Por eso, hoy, decidimos que ya era hora de poner los puntos sobre las íes, coger la sartén por el mango, llamar las cosas como son y  gritar a los cuatro vientos cuáles son nuestros deberes para con los animalitos que dependen de nosotros para subsistir. Por eso, también,  nos tomamos la libertad de responsabilizar a todos los guardianes de mascotas  del cumplimiento de 20 principios básicos para la tenencia responsable de las mismas.

Y es que sé que ustedes, al igual que yo, están soberanamente hartos de tanto  abuso y tanto abandono. Me consta que no aguantan más que irresponsables compren o adopten mascotas a la ligera para que, a la primera dificultad –se enfermen, no se comporten como queremos, rompan algo o los nenes ya no se encarguen de ellas–, las abandonen.

Por todo ello, repito, decidimos estampar en las páginas de este diario lo que, a nuestro entender, son algunas de las obligaciones básicas para con nuestras mascotas. Estamos de acuerdo en que estos 20 preceptos no lo abarcan todo, pero por algún lado había que empezar.

Los invitamos, pues, a que  compartan estas páginas con todos aquellos que aún no hayan comprendido que entre “quiero tener una mascota”, “puedo tener una mascota” y “debo cuidar bien de mi mascota” median lagunas inmensas que solo se pueden salvar si cumplimos con una primera cosa: nuestra palabra.

Únete a nosotros para decir: Yo prometo...

-mantenerlos debidamente identificados todo el tiempo. 

-llevarlos al veterinario para vacunarlos y desparasitarlos con regularidad, y curarlos cuando sea necesario.

-enseñarles comandos básicos de obediencia por su seguridad y la de los demás.

-nunca dejarlos solos sin juguetes o entretenimiento.

-pasearlos con collar y correa por lo menos una vez al día.

-esterilizarlos siempre y cuanto antes.

-nunca dejar a un niño solo con mis mascotas sin la debida supervisión.

-no dejar que se metan en la basura de los vecinos o que

-hagan daño a la propiedad ajena.

-nunca amarrarlos innecesariamente.

-jamás tirarlos a la calle.

-bañarlos y asearlos con regularidad.

-tenerles agua fresca y limpia en todo momento.

-no mantenerlos en espacios confinados más tiempo del necesario.

-recoger sus desperdicios siempre.

-no dejarlos a la intemperie o sin la debida protección contra los elementos.

-no soltarlos para que hagan sus necesidades en patios ajenos.

-alimentarlos con regularidad y con la comida adecuada.

-no dejarlos ladrar ni maullar incesantemente.

-enseñarles a no brincarles encima a otras mascotas ni a la gente.

-que no permitiré ningún tipo de maltrato ni con mis animales ni con los ajenos.