Luego de más de 40 años de la partida del legendario Roberto Clemente, el exreceptor Iván ‘Pudge’ Rodríguez se convirtió en el cuarto “inmortal” boricua en ser exaltado al Salón de la Fama del béisbol profesional. Pudge, que tantas emociones nos brindó cuando “fusilaba” de forma casi “sobrehumana” los corredores en las bases, o cuando formó parte de aquel tándem temido con Juan (Igor) González en Texas, recogió el batón de Clemente y, desde temprano en su carrera, se entregó en cuerpo y alma al deporte, a su pueblo y a la lucha por la justicia de los suyos.

Con la humildad y compromiso como estandarte en su vida, Pudge desarrolló un gran respeto entre sus pares. El día de su elección al Salón de la Fama, recibió el reconocimiento público de figuras míticas en el béisbol como Nolan Ryan y Johnny Bench, estrellas de otros deportes como Troy Aikman (NFL), Dirk Nowitzki (NBA), y hasta de políticos como el expresidente de los Estados Unidos, George H.W. Bush. Todos reconocieron las virtudes de un líder con las cualidades exactas de una estrella en el deporte más lindo del mundo. Pero más allá del deporte como fin y meta, Pudge ha emulado de Clemente aquel llamado a lograr cambios sociales trascendentales en niños, jóvenes y adultos por medio de la plataforma que la pelota en algún momento les brindó. Pudge pudo haber colgado la trocha, el peto y los 'ganchos' el día de su retiro, pero como líder al fin decidió continuar con ellos puestos para ahora destacarse en campo de la justicia social y el bienestar de su pueblo.

Jugando en la ciudad deportiva que lleva su nombre, en clínicas con José (Palillo) Santiago y con Luis Faccio, con las charlas de mi dirigente de pequeñas ligas Luis Lezcano, y en innumerables pláticas con mis abuelos Papa Carli y Lalo, conocí a la leyenda Clemente. Quedé impactado por las proezas de Clemente y de pequeño solo quería aspirar a ser recordado como le recordaban a él: una persona que más allá de sus grandes hazañas sobre el terreno de juego, se le admiraba por el amor a sus causas y la pasión con que las defendía. 

Desde la forma como cubría el espacio entre el jardín derecho al central, hasta la vehemencia con la que alzó su voz ante las injusticias y los maltratos que enfrentaban los peloteros afroamericanos e hispanos en las Grandes Ligas, Clemente fue un líder que trascendió el béisbol y se convirtió en un modelo a seguir en todo el sentido de la palabra. Fue con su entrega, dedicación y sacrificio que logró destacarse como uno de los mejores peloteros en la historia, y esas mismas virtudes fueron las que lo hicieron tomar relevancia en el aspecto social, que lo han llevado a convertirse en el “ídolo” de miles alrededor del mundo, aún cuando nació a la vida eterna en 1972.  

El béisbol fue su pasión, pero fue su amor a la patria, conciencia social y fibra humana la que hicieron de Clemente un verdadero inmortal. Al igual que mi experiencia con Clemente, hoy los más jóvenes tienen como ejemplo a Pudge, que ha utilizado su posición para clamar por los niños, por la educación y por los derechos civiles de los puertorriqueños. 

Iván 'Pudge' Rodríguez ha tenido la oportunidad de viajar por toda la nación americana y sentir en carne propia el trato diferente que reciben los puertorriqueños que viven en la Isla versus el que reciben en los estados y, consciente de ello, ha decidido luchar por lo que entiende es justo y de beneficio para Puerto Rico.

Desde el inicio de su carrera con los Piratas de Pittsburgh, Clemente enfrentó la dura realidad de ser negro e hispano en el sur de los Estados Unidos. El pelotero puertorriqueño sufrió la discriminación en carne propia, al verse obligado a comer dentro un autobús mientras los peloteros blancos disfrutaban en restaurantes y cafeterías o hacer fila en las duchas para permitir que los blancos se bañaran primero. En vez de victimizarse o lamentarse, Clemente inmediatamente se identificó con las minorías, y en un acto de justicia social exigió que debía ser tratado igual, y no debía ser limitado a un grupo social o étnico. 

Pudge, por su parte, debutó en el 1991 con los Texas Rangers, trasladándose desde su natal Vega Baja a su nuevo estado para comenzar su entrenamiento. Casi tres décadas después de Clemente, Pudge no tuvo que sufrir las humillaciones de la segregación, pero sí pudo vivir en carne propia las desigualdades que viven los puertorriqueños en la Isla versus los que residen en los estados. No obstante, como Clemente, Pudge nunca negó sus raíces, y tuvo a su tierra siempre presente. La bondad y el inmenso corazón de este pelotero vegabajeño se dejaron ver donde quiera que fuese, convirtiéndose en un líder cívico de las diferentes ciudades en las que jugó. 

Tanto Clemente como Pudge se enfrentaron a situaciones de increíble injusticia social: uno, el racismo, la segregación y pobreza; el otro, la privación de derechos civiles a todo un Pueblo. Ambos utilizaron y utilizan el reconocimiento y la fama alcanzada para luchar por los más necesitados y por su Pueblo. Ambos dejaron plasmado un mensaje de esperanza a las niñas y los niños de Puerto Rico; sus logros se hacen más grandes y sus victorias más nobles. Así, se inmortalizan más allá del Salón de la Fama en nuestros corazones, y contribuyen al porvenir de nuestra tierra. Son sus acciones fuera del terreno de juego las que nos demuestran el desprendimiento de ambos y lo que siempre definió sus acciones: su amor por Puerto Rico y su gente.

Carlos R. Mercader es el director ejecutivo de la Administración de Asuntos Federales.