Por: Michelle M. González Tobaja, relacionista licenciada y estudiante doctoral en Psicología Clínica

“¡Completamente innecesario, fuera de lugar!”. Con esta frase que se ha vuelto popular a través de un personaje de una producción local para la televisión, pretendo reaccionar a las expresiones del representante novoprogresista Nelson del Valle Colón durante el tercer y último día de vistas públicas en torno al proyecto que pretendía derogar la ley de bolsas plásticas en los comercios, del cual es autor. 

Para beneficio de aquellos lectores que no estén familiarizados con el incidente, este jueves, cuando tres estudiantes se disponían a dar lectura a su ponencia en contra de la medida, el legislador manifestó, sin razón o motivación aparente, que se trataba de “futuros ambientalistas, por el aspecto”.

Casi de manera automática, muchos se preguntarán ¿qué características tenían los estudiantes que llevaron al proponente de la pieza legislativa a organizar y a clasificar la información que estaba percibiendo dentro de sus estructuras mentales acerca de “los ambientalistas”? 

Desconocemos y, realmente, no es un asunto relevante para este ejercicio. Lo que sí es pertinente es lo que subyace tras el “desliz” cognitivo del Presidente de la Comisión de Pequeños y Medianos Negocios y Comercio en plena vista pública. 

Este evento nos debe llevar a reflexionar sobre la rapidez con la que juzgamos a los demás a base de nuestros prejuicios, muchos de los cuales han sido perpetuados a través del discurso del poder por la sociedad. 

Diariamente y, en ocasiones sin darnos cuenta, podríamos estar sometiendo a otros (o siendo sometidos por otros) a múltiples micro agresiones por errores de juicio.

Cuando el objeto de la micro agresión es un sector vulnerable o una población en desventaja, como los niños y los adolescentes, el evento se torna aún más lamentable.

Un indicador que nos hubiese permitido establecer más allá de cualquier duda razonable que no existe tal predisposición del representante hacia las personas que muestran interés en la calidad y la protección del medio ambiente (“los ambientalistas”), sería una reacción intrínseca por la línea de “qué bien, jóvenes participando de esta discusión tan importante para el País”. 

El hecho que estudiantes estén participando activamente de los procesos legislativos es lo que debería llamar la atención o sorprender de este grupo de deponentes y no “el aspecto”. 

El legislador tiene derecho a su opinión (sea cual sea, como la tenemos todos), pero considerando el contexto, su comentario no fue apropiado. 

Hago un paréntesis para reconocer y felicitar a los estudiantes, maestros, padres, madres y encargados que asumieron su deber ciudadano al comparecer a la vista pública, desarrollar sus ponencias con argumentos sustentados en evidencia y conducirse de manera respetuosa y profesional en todo momento.

Retomando el análisis que nos concierne, resulta curioso que, al final del tercer día de vistas públicas, Del Valle Colón optó por retirar el proyecto.

Según trascendió, su determinación se fundamentó en que había “escuchado” a “todos los sectores”. 

¿Su decisión habrá estado basada en el análisis de todas las ponencias ante la consideración de la comisión o en una estrategia para recuperarse públicamente del “resbalón” cognitivo que tuvo durante la vista pública? 

De no haberse suscitado tal incidente, ¿hubiese culminado este jueves el proceso de evaluación del proyecto e indistintamente se hubiese retirado la medida?

 Desconocemos y, con toda probabilidad, estas interrogantes no obtendrán respuesta.

Concluyo con lo siguiente: de la misma forma en que no sería adecuado tildar a una persona que consigue, mediante el ejercicio democrático del voto, ocupar un puesto electivo como un corrupto, tampoco es apropiado catalogar a una persona que participe de otro proceso democrático con nombres cargados de prejuicios, mucho menos cuando se trata de menores de edad. 

En términos simples, no todos los políticos son corruptos ni todos los ambientalistas tienen “el aspecto” (que aún desconocemos cuál es o en qué consiste). Es un error asumir y juzgar únicamente a base de las apariencias.

Corrupto, por el aspecto, ¡no! Ambientalista, por el aspecto, ¡tampoco! Legisladores y estudiantes trabajando en conjunto para buscar el consenso en asuntos de interés público, ¡sí! 

A decir verdad, nuestro pueblo necesita más educación, más pensamiento crítico, más propuestas, más unión de voluntades y menos corrupción política y moral de pensamiento, palabra, obra y omisión.