Él pudo callar y hablar cuando le vino en gana. Él puede contar con la complicidad de sus secuaces. Él, y sus lacayos, pueden revictimizar.a la perjudicada en este caso. Él sí, porque es macho.

El hecho de que el alcalde de Guaynabo, Héctor O'Neill, tenga la oportunidad de callar o hablar cuando guste y para colmo de negarse a renunciar, ante el caso que transó por hostigamiento y agresión sexual es prueba de que el machismo y sus cómplices son un peligro para Puerto Rico.

Mientras, a la mujer que demandó y logró un remedio legal, se le mancilla, se le cuestiona, se le violenta su dignidad. Preguntan por qué aceptó los $300 mil - como si eso fuera poca cosa ante el ataque a su integridad, seguridad y bienestar.

La representante María Milagros Charbonier llegó más lejos y la revictimizó al indicar que “si se quedan calladas por cualquier razón, aunque sea económica, no podremos protegerlas y alcanzar a todas aquellas que también son víctimas”.

O sea, la administración del ayuno y la oración echándole la culpa a la víctima por transar y quedarse callada.

No paran ahí, pues tiraron al medio su nombre –mediante un comunicado falso– para estigmatizarla, para enjuiciarla, para revictimizarla.

Como si fuera poco, O’Neill se paseó junto al senador Carmelo Ríos y el representante Georgie Navarro, irónicamente en el Festival de la Patita de Cerdo y no dijo nada. No le importó que el País le pida la renuncia, pues es más importante celebrar los cerdos que renunciar para demostrar que le queda algo de vergüenza.

Para echarle sal a la herida y como el colmo del machismo, vemos - con asombro - la complicidad de los que permiten que el machismo se salga con la suya.

La Federación de Alcaldes, que agrupa a los penepés, y su presidente, el alcalde fundamentalista de Arecibo, no le ha pedido la renuncia, ni tan siquiera se ha expresado.

Ninguna de las legisladoras y líderes penepés ha salido a denunciarlo. Antes, hacían conferencias de prensa, vestidas de negro, para denunciar lo que catalogaban de "injusticias", pero eran asuntos claramente partidistas.

La Procuradora de las Mujeres ha sido tímida en sus expresiones. La Secretaria de Justicia brilla por su ausencia. El Gobernador le pidió la renuncia cuando no le quedó más remedio, en vez de haberlo hecho inmediatamente.

Rosselló no defendió los mejores intereses de la mujer, ni del País en uno de los momentos más críticos de su incipiente administración.

Este silencio, esta inacción, esta complicidad viene de un partido que eliminó la enseñanza con perspectiva de género en las escuelas públicas. Precisamente, ese currículo busca que el hostigamiento sexual no ocurra y a prevenir estas situaciones.

Esta administración se pasa alardeando sobre su lucha por la “igualdad de la mujer”. Presentan proyectos de ley reciclados para la igualdad salarial. El gobernador se toma una foto en Fortaleza con las mujeres que ha nombrado a puestos por puro show. Crean un Concilio de Mujeres que no dice, ni hace nada ante este escándalo.

Todo ese espectáculo es de la boca pa’ fuera, pues han demostrado es más importante la lealtad partidista a la dignidad de las mujeres. Esto es una vergüenza.

Si alguien quería prueba de que el machismo está vivo y coleando en Puerto Rico, tan sólo tiene que ver como se le ha permitido a este hostigador, a este abusador, a este machista, hacer lo que le venga en gana mientras tod@s se hacen de la vista larga.

La administración –del ayuno y la oración– ha quedado desnudada en su hipocresía. Mucho golpe de pecho y mucho canto de "igualdad", pero a la hora de la verdad, el machismo dicta la pauta.

¡Basta ya a la impunidad, al abuso, al machismo! Que renuncie o lo sacamos.