Hace semanas, la administración del doctor Ricardo Rosselló se planteó la posibilidad de paralizar el pleito de clase Rosa Lydia Vélez. Esta desacertada ocurrencia terminó con un acuerdo del cual esta servidora fue parte.

Celebramos lo que consideramos un gesto de buena fe de ambas partes, ambos cedimos, pero lo importante es que el pleito continuaría su función de velar por los derechos de nuestra población.

Cuando tomamos la decisión de apoyar el acuerdo, recibimos críticas que rayaban en la crueldad porque, aunque sea difícil de entender, en todos los movimientos hay irracionales que sus intereses peculiares son lo importante.

Hasta eso tuvimos que enfrentar, o mejor dicho ignorar. Pero no lo vimos venir, pasaron sin ruidos, sin bombos ni platillos “las letras chiquitas del Gobernador”, así como el proyecto de ley de las cenizas, retiro de maestros, entre otros.

Es que parece ser un distintivo o cualidad de nuestro Gobernador presentar una cara amable al pueblo mientras con las letras chiquitas demuestra su verdad.

A nuestra población le tocó comprar lupas para ver esa verdad oculta ante la esperanza y la buena voluntad; nos mostró la realidad de ver el golpe más duro en la historia de los derechos humanos de nuestros estudiantes con diversidad funcional: solicitar la paralización de los honorarios a los abogados que defienden casos de nuestra población, o sea, negar el acceso a la justicia a la población más vulnerable del País.

¡Qué triste, señor Gobernador!, que no sepa apreciar las alianzas de voluntades, la fe de creer y más bien utilice la manipulación para llegar a sus verdaderas intenciones, lanzarnos esta estocada.

Muchos dicen que pareciera que no aprendemos y hay cierta verdad, aún recuerdo a Luis Fortuño pidiendo perdón por todo el daño que el estado históricamente le ha hecho a esta población, para luego detener el pago de las multas, provocar la renuncia de la monitora con falsas acusaciones y falso cumplimiento.

Vimos a Alejandro García Padilla crear un comité, que mientras se reunía para un proyecto de justicia social a nuestra población, nos dejaba sin terapias, sin transporte y sin asistentes. El último día de su gobierno salió el documento que aún me pregunto si alguna vez lo ha leído.

Como ve señor Gobernador, es una historia repetida, pero le dimos la oportunidad, como lo hemos hecho siempre. Estas letras chiquitas son las que matan las posibilidades de cualquier diálogo futuro con usted o su administración.

Un día estas letras crecerán y las verá muy grandes, porque cada desilusión aumentará su tamaño y en las próximas elecciones serán tan visibles que le mostrarán el camino para la salida de La Fortaleza; pregúntele a Fortuño y a García Padilla, a quienes se les hicieron gigantes.

Si está es la forma de dialogar con esta administración, no queda más que el camino digno de la lucha, dejar el alma por nuestros hijos e hijas, porque si nos dejan sin acceso a la justicia, la tendremos que reinventar.