Quisiera comenzar aclarando que no voté por Ricardo Rosselló. Esto es necesario porque últimamente (desde hace ya varios años) los argumentos en las líneas de debate son “es que eres PNP”, “es que eres estadolibrista”, sin leer ni analizar a fondo los argumentos que se presentan. Tampoco voté por David Bernier. No encontré a Ricardo ni a David como los líderes más capacitados para el País. Tampoco critico a aquellos que sí lo hicieron.

Habiendo aclarado las cuestiones políticas, me parece muy importante que como pueblo miremos varios asuntos que se han presentado en este primer mes – que aún no acaba – que nos invitan a la reflexión crítica.  

Empecemos por el 2 de enero, día en que juramentó nuestro nuevo gobernador. Y digo “nuestro” porque las elecciones fueron en noviembre. Quien se sienta en el Palacio de Santa Catalina es el gobernador de todos.

El argumento “yo no voté por él” no sirve. Tampoco sirve calificar de brutos a quienes sí lo hicieron. Ricardo Rosselló ganó – con la mayoría que es la minoría – y ya se contaron los votos. No importa por quién usted votó, hay que bregar con el que está. La democracia es así y si tanto nos gusta, hay que aceptarla en todo momento.

Sin embargo, aceptar la democracia y aceptar el atropello no son sinónimos.  No estar de acuerdo con las decisiones que toma el Ejecutivo o el Legislativo no es sinónimo de odio, tampoco es ser “del otro partido” (véase primer párrafo).

Sabemos que estamos en la época donde todo se resuelve con un “estás moldío”, pero este no es el caso. Cuando se levanta la crítica se hace primordialmente porque se reconoce que existe un abuso o un pisoteo masivo hacia un sector, de manera injusta, y tales acciones deben ser denunciadas.

Así las cosas, luego de prometernos un “plan, planificado, con planes, bien planeado”, Ricardo Rosselló llegó a La Fortaleza y, luego de mirar los números, cayó en la conclusión lógica y obvia. Esa que todos sabíamos desde antes que asumiera el mando: que el País está quebra’o.

Entonces, ante esto empezaron a surgir los titulares de los medios: “No hay dinero para la nómina”,  “Se piensa coger un préstamo”, “La administración pasada despilfarró el dinero”, etc. 

Pregunto; ¿acaso el partido PNP no sabía del desastre económico que atraviesa el País? ¿Con qué cara el gobernador Rosselló nos promete y alardea de su plan durante una campaña y cuando toma oficina alega desconocimiento? 

Vi los debates, yo lo vi decir que tenía un plan, que no cerraría el gobierno y que no despediría empleados.

Entonces, con mucho respeto le pregunto al gobernador: ¿qué pasó? ¿Es usted también de promesas sin cumplir? ¿Ya va de retirada de sus promesas de campaña sin apenas haber cumplido un mes?

Alegar ahora que “no hay dinero” es como darnos cuenta que la Isla está rodeada de agua. Lo que es lógico no se pregunta ni se cuestiona.

Para colmo de males, el proyecto que se presenta con mayor ímpetu en este primer mes es la fantástica Reforma Laboral – note el sarcasmo.

Necesito que alguien me explique cómo un proyecto impulsado por las grandes empresas, que pretende bajar los derechos de los/as trabajadores/as, ayuda a la clase media y baja, previene el éxodo, impulsa el desarrollo de jóvenes que desean estudiar y trabajar, etc.

Los reportajes dejan claro que no hay una proyección clara sobre la cantidad de empleos que se crearán y todo sale demasiado ambiguo. 

Gobernador, no van 20 días del año y ya usted se ganó la primera protesta.  ¿Qué le parece un ratito y unos momentos de análisis antes de tomar decisiones que nos impactan a todos?

Soy joven, graduado de universidad, profesional cursando maestría y mi meta es hacer patria desde aquí. Quiero quedarme y echar a mi País hacia adelante, pero esta reforma, Gobe, me la pone bien difícil.

No entiendo por qué mi País y sus políticos hacen todo lo posible por botarme de la Isla que me vio nacer y crecer. Vamos a bajarle dos, a re-evaluar y a crear proyectos y reformas saludables desde el entendimiento de la situación actual y con miras a mejorar.

Gobernador Rosselló, yo no voté por usted, yo no lo encontraba como el mejor candidato, pero atrás quedaron las elecciones. Voy a usted. Tiene mi apoyo en todos los proyectos que presente que nos ayuden a mejorar como País, que sean justos, que estén atemperados a nuestra realidad social, económica y política, y que nazcan del genuino interés de echar la Isla pa’ ante. Más allá de eso puede contar con mi apoyo cada vez que se enfoque en los problemas reales y deje el juego político al lado.

Si su prioridad son los/as puertorriqueños/as, créame que cuenta conmigo.  Yo quiero que usted haga un buen trabajo. Contrario a los fanáticos políticos, deseo que sea el mejor gobernador del mundo. Porque si usted lo hace bien, mete mano, propone, lucha y triunfa, triunfamos todos. Y quiero que eso pase, honestamente y de corazón, quiero que lo haga bien. 

Vamos a re-evaluar los asuntos, vamos a re-enfocarnos como País, vamos todos a remar pal’ mismo lado, a dejar las elecciones atrás y a escuchar a todos los sectores. Hay excelentes líderes comunitarios que puede escuchar, hay grandes profesores, jóvenes emprendedores, estudiantes, activistas de derechos y ex-candidatos a la gobernación que pueden ayudar. No tienen que ser todos azules ni todos tienen que ser de su gabinete.

Recuerde que en la diversidad, el respeto y el escuchar a todos, está la carta de la victoria.  Vamos a construir desde ahí, desde todos, no desde unos pocos. Con todo respeto, Gobe, bájele dos y escuche al pueblo, que en el momento histórico que vivimos no se pueden imponer cosas a la cañona.

Rubén David Bonilla es un estudiante de teología en el Seminario Evangélico de Puerto Rico