Nueva York.- Pese a su papel clave en la protección de la selva amazónica, Brasil no respaldará una iniciativa global anti deforestación anunciada en la cumbre climática de Naciones Unidas, alegando que se la mantuvo al margen del proceso de consultas. Un miembro de Naciones Unidas rechazó esa afirmación.

La ministra brasileña de Medio Ambiente, Izabella Teixeira, dijo que Brasil había recibido una copia del texto y se le pidió que lo apoyara sin poder sugerir ningún cambio.

"Por desgracia, no fuimos consultados. Pero creo que es imposible pensar que puedes tener una iniciativa forestal global sin Brasil a bordo. No tiene sentido", dijo Teixeira en una entrevista el lunes con Associated Press.

Sin embargo, Charles McNeill, asesor senior de política medioambiental en el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, dijo que "hubo esfuerzos de contactar con la gente del gobierno brasileño, pero no hubo una respuesta".

"No hubo un deseo de excluir a Brasil", dijo McNeill. "Son el país más importante en esta área. Un esfuerzo que incluye a Brasil tiene mucha más fuerza e impacto que uno que no la incluye".

El texto no se ha hecho público, pero se espera que muchos países, empresas y grupos ecologistas lo respalden, como uno de los pilares de la cumbre climática del martes en Naciones Unidas.

Aunque no forma parte del proceso formal de negociaciones, se espera que la cumbre gane impulso para cerrar un nuevo tratado climático a finales de 2015. La ONU espera que los gobiernos anuncien grandes iniciativas que impulsarían la confianza con vistas a las conversaciones del año que viene en París.

Pero las quejas de Brasil reflejan los obstáculos para construir un consenso internacional en cualquier gran iniciativa de medio ambiente.

Teixeira dijo que su gobierno temía que el texto pudiera contravenir las leyes brasileñas, que permiten una tala controlada de la Amazonia y otros bosques.

"Es diferente tener deforestación legal que deforestación ilegal", señaló. "Nuestra política nacional es que queremos detener la deforestación ilegal".

La ministra insistió en que Brasil está comprometida con proteger la selva amazónica, considerada como una de las defensas naturales más importantes del mundo ante el cambio climático debido a su capacidad para absorber enormes cantidades de dióxido de carbono.

Su país, afirmó ha establecido un objetivo para reducir el ritmo de la deforestación a 3.900 kilómetros cuadrados (1.505 millas cuadradas) anuales para 2020. Eso supondría un descenso respecto a los 5.843 kilómetros cuadrados (2.256 millas cuadradas) registrados entre agosto de 2012 y julio de 2013, cuando Brasil realizó su estudio anual midiendo la destrucción de bosque a través de imágenes satelitales.

La tasa de deforestación brasileña ha caído un 79 por ciento desde 2004, según cifras del gobierno. Pero el año pasado, el gobierno informó de que la destrucción anual de la selva amazónica había subido un 28 por ciento tras cuatro años de declive.

Aun así, la cantidad de selva destruida suponía la segunda menor cantidad de bosque perdido desde que Brasil empezó a registrar la deforestación en 1988. Pero grupos ecologistas atribuyeron el aumento a cambios recientes que suavizan una ley brasileña diseñada para proteger la jungla. También acusan al gobierno de que su énfasis en proyectos de infraestructuras como presas, carreteras y ferrocarriles está fomentando la deforestación.

Teixeira negó que el aumento estuviera relacionado con la revisada ley Código de Bosques, aprobada hace dos años tras más de una década de esfuerzos del poderoso sector agrícola brasileño. Los cambios suavizan sobre todo las restricciones para los propietarios de pequeñas propiedades, permitiéndoles despejar tierra cercana a ríos y otras medidas.

Otro fragmento polémico de la nueva ley permite evitar sanciones a los que talaron de forma ilegal una zona de bosque si firman un acuerdo para replantar árboles. Pero Teixeira dijo que esa parte de la ley sólo afecta a los que derribaron árboles antes de 2008.

Sobre las conversaciones climáticas a nivel general, la titular de Medio Ambiente dijo que Brasil —el sexto emisor mundial de dióxido de carbono— está abierta a un tratado vinculante que comprometiera a todos los países a cumplir objetivos de reducción de emisiones más allá de 2020, "pero sólo si todos los países están a bordo".

Tras las últimas conversaciones climáticas en Copenhague hace cinco años, que no lograron alcanzar un tratado vinculante, Brasil estableció una meta voluntaria de reducir sus emisiones en cerca de un 40 por ciento para 2020, sobre todo reduciendo la deforestación y fomentando las energías renovables y la agricultura sostenible.