La resistencia a los antibióticos es una amenaza catastrófica para todo el mundo, a grado tal que a la vuelta de unas décadas este fenómeno podría hacer que pacientes sometidos a cirugías menores, corran el riesgo de morir por infecciones que ya no pueden ser tratadas. 

Este preocupante diagnóstico, esbozado esta semana por la principal autoridad médica de Gran Bretaña, Sally Davies, no es ni el primero ni el único. 

En los últimos años han sido persistentes los urgentes llamados de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sostiene que "muchas infecciones comunes dejarán de tener cura", y del Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), de Estados Unidos, que hace un par de semanas alertó sobre la aparición, en más de 42 hospitales de ese país, de un germen letal.

En un comunicado expedido hace unos días, el CDC señaló que la bacteria 'Carbapenem-resistant Enterobacteriaceae' (CRE), perteneciente a la familia de la E-coli, "causa infecciones letales en pacientes que reciben atención médica en hospitales, centros de tratamiento de largo plazo y asilos para personas de la tercera edad".

Unos y otros han insistido en la puesta en marcha de acciones globales urgentes para luchar contra la resistencia a los antimicrobianos y llenar el "vacío de descubrimiento" de fármacos mediante la investigación y el desarrollo de nuevas medicinas para tratar infecciones emergentes y mutantes. 

La industria farmacéutica, que según Davies no ha desarrollado nuevos antibióticos desde 1987, libra una carrera desigual contra las infecciones bacterianas, que han evolucionado rápidamente hasta convertirse en "superbacterias" resistentes a los fármacos existentes.

"La resistencia antimicrobiana -dijo Davies en la publicación de un informe sobre enfermedades infecciosas- implica una amenaza catastrófica. Si no actuamos ahora, cualquiera de nosotros podría ir a un hospital en 20 años para practicarse una cirugía menor y morir por una infección ordinaria que no podrá ser tratada con antibióticos".

Y añadió: "Las operaciones de rutina, como los reemplazos de cadera o los trasplantes de órganos, podrían ser altamente mortales por su riesgo de infección", agregó. Se estima que solamente una de las superbacterias más conocidas, el Estafilococo Aureus Resistente a Meticilina (SARM), causa la muerte de 19,000 personas cada año en Estados Unidos, mucho más que el VIH sida, y una cantidad similar en Europa. 

En los últimos años surgieron casos de tuberculosis completamente resistente a fármacos, y una nueva ola de “superbacterias” con una mutación denominada NDM 1 -que emergió en India- ahora se esparció por todo el mundo.

El año pasado, la OMS señaló que cepas de superbacterias de gonorrea se estaban esparciendo por el planeta. Laura Piddock, profesora de microbiología en la Universidad de Birmingham y directora del grupo de campaña Antibiotic Action, respaldó los esfuerzos de Davies por generar conciencia sobre el problema. 

"Hay una cantidad creciente de infecciones para las cuales casi no hay opciones terapéuticas, y necesitamos desesperadamente nuevos descubrimientos, investigación y desarrollo", señaló Piddock. Davies instó a los gobiernos y a las organizaciones de todo el mundo, incluidas la OMS y el G8, a tomar la amenaza seriamente y a trabajar para alentar más innovaciones e inversión para el desarrollo de antibióticos.

Además, la funcionaria pidió más cooperación entre la industria farmacéutica y de la atención médica para preservar el arsenal de antibióticos existente, y más foco en el desarrollo de nuevos medicamentos de este tipo.