Cada verano boreal, específicamente en agosto, el lago Burlinskoye, en Siberia, se repleta de turistas que viajan a sumergir sus pies en sus mágicas aguas... rosadas. 

Y no es que se trate de un fenómeno óptico o que en las aguas se haya derramado algún producto, sino que las saladas aguas Burlinskoye se vuelven rosadas simplemente debido a unos microorganismos que habitan en ellas. 

Se trata de las artemias salinas, unos crustáceos de tres ojos y 11 patas, que habitan la tierra desde hace más de 100 años. Y que, además, son rosados. Según informó "The Siberian Times", este año el lago Burlinskoye se volvió rosado dos o tres semanas antes de lo habitual, aparentemente debido al cambio climático. 

Antes y después de su fase rosada, las aguas del lago son azules cuando brilla el sol y grises en los días nublados. 

El Burlinskoye también es famoso por los grandes depósitos de sal que tiene. De hecho, la emperatriz rusa Catalina la Grande exigía tener sal de este lago en sus banquetes. "De ahora en adelante, ordeno llevar a la mesa del zar solo sal del Burlinskoye", se dice que decretó.