En Piñones las abejas están dando de qué hablar y no es precisamente por sus picadas. 

Un grupo de jóvenes se ha dado a la tarea de enlazar los beneficios de este insecto con las necesidades económicas de la histórica comunidad loiceña a través de una incipiente iniciativa de desarrollo económico comunitario denominada Obreras del panal.

Se trata de un apiario en el bosque estatal de Piñones que ha sido generado por Víctor Ruiz, Diana Ferro, Victoria Solero y Lourdes Hernández, con miras a que sus colmenas produzcan miel y sus derivados, impactando así la economía del barrio Torrecilla Baja de Loíza, conocido comúnmente como Piñones. 

Al lugar han llevado abejas removidas de varios pueblos de la Isla que han ubicado en diez colmenas.

Todo inició cuando se les ocurrió que el apiario que habían conocido en Bahía de Jobos en Salinas podría replicarse en el área de mangle de Piñones e impactar la economía del área de una manera diferente y solidaria. “Puede ser una oportunidad económica para la comunidad en Piñones”, pensaron, recordó Solero.

Así las cosas, la iniciativa, echada a correr en febrero pasado cuando rescataron el primer grupo de abejas, se convirtió eventualmente en el proyecto de maestría en Administración Pública con Concentración en Desarrollo Comunitario que el cuarteto cursa en Rutgers University a través del Centro para Puerto Rico.

(gerald.lopez@gfrmedia.com)
(gerald.lopez@gfrmedia.com)

Ruiz nunca había trabajado con abejas. Pero durante ese primer contacto, cuando vio la colmena y vio cuatro paneles llenos de miel, descubrió una tarea no solo enriquecedora sino terapéutica. 

“Te desconectas (de tu realidad)… y te conectas con ellas y con lo que ellas hacen y con lo bonito que es trabajar con un animal, con un insecto tan obrero, tan trabajador, tan armonioso, que tienen tanta comunicación entre ellas… Como sociedad deberíamos reflejar eso que las abejas hacen en su colonia”, añadió Solero. 

Buscan no solo crear un apiario para producir miel y sus derivados, sino crear un huerto de flores -para que sirva de alimento para las abejas- y de alimentos; charlas educativas en la reserva y un catálogo de recursos humanos y físicos, todo bajo la estructura jurídica de una cooperativa. Ahora, están en la fase del desarrollo del apiario, que aún no produce miel, e inicios del huerto. No obstante, no lo darán a conocer de manera masiva a la comunidad hasta tanto esté completamente estructurado, para así tener qué mostrarle y pasar de lo abstracto a lo concreto, explicaron. 

Por el momento, el enlace comunitario del grupo, el vecino Oscar Carrasco, comentó que ve la propuesta como la “punta de lanza” de algo bueno. “Están tratando de decir: “Mira, hay otros recursos. Hay otra forma de ganarse la vida y eso es tremendo porque estamos en un área fabulosa para eso”, compartió Carrasco.   

El perfil sociodemográfico del barrio Torrecilla Baja revela que la población está compuesta por 2,404 personas y que la tasa de desempleo aproximada es de 31.9 por ciento para las personas con edad de 16 años o más, según datos censales de 2010 y estimados de 2014. “Esta comunidad es de bajos recursos, de bajos ingresos económicos, y al hacer este proyecto le estás brindado una herramienta, otras alternativas que ellos tienen para generar ingresos adicionales a los que ya tienen”, opinó Ferro.

(gerald.lopez@gfrmedia.com)
(gerald.lopez@gfrmedia.com)

De los 595 hogares de familia en la comunidad, 292 pertenecen a familias tradicionales, 56 a padres solteros y 247 a madres solteras. Además, un 58 por ciento de su población mayor de 25 años de edad no cuenta con un grado técnico o universitario -por lo que podrían interesarse en aprender el oficio- y un 22.6 por ciento de su población pertenece a las edades de 5 a 19 años, quienes pudieran verse impactados con talleres y charlas educativas sobre el ambiente. 

Para Solero la oportunidad que tiene en sus manos le permite poner al servicio de esta comunidad su pasión por el “desarrollo económico comunitario. El poder provocar y que la gente se dé cuenta que ellos con sus propios recursos y sus propias manos, sus talentos y habilidades, pueden desarrollar actividad económica de una forma solidaria”.