WASHINGTON — Algunos pacientes que esperan años para un trasplante de riñón se están adelantado en la fila gracias a un experimento asombroso: aceptan recibir un órgano que probablemente les contagiará hepatitis C.

Transmitir conscientemente un virus peligroso puede parecer drástico, pero dos centros líderes en trasplantes apuestan que la estrategia salvará vidas si los nuevos medicamentos que prometen curar la hepatitis C permiten usar órganos que hasta ahora se descartaban.

Estudios piloto en las universidades de Pennsylvania y Johns Hopkins ensayan el trasplante de riñones de donantes muertos con hepatitis C a receptores que no tienen el virus. Si las investigaciones resultan positivas, cientos de riñones —y tal vez algunos corazones y pulmones— más podrán ser trasplantados cada año.

"La hepatitis C siempre nos aterraba", dijo el doctor Peter Reese, un nefrólogo en Penn que encabeza la investigación. "Pero ahora la hepatitis C es solo una enfermedad distinta", suficiente para obtener un riñón años antes de lo que se anticipaba aunque venga con una infección que posiblemente se pueda tratar.

Estados Unidos sufre una carestía de riñones. La lista nacional de pacientes que esperan el órgano suma 99.000 personas, de las cuales apenas 17.000 reciben un trasplante y el 4% muere esperando, según la Red para Compartir Órganos (UNOS, por sus siglas en inglés).

"Si tuviéramos suficientes órganos, no lo haríamos", dijo el doctor Niraj Desai, quien encabeza el estudio en Hopkins. Pero "la mayoría de los pacientes son receptivos a la idea cuando se enteran de las alternativas", aseguró.

Los médicos habían dicho a Irma Hendricks, de 66 años, que tenía al menos cinco años de espera para un trasplante de riñón. La diálisis tres veces por semana la mantenía con vida, pero la dejaba sin energía siquiera para las actividades rutinarias.

Aprovechó la oportunidad de participar en el estudio de Penn aunque los médicos le dijeron que la cura de la hepatitis era una posibilidad, pero no estaba asegurada.

Tomó una píldora contra la hepatitis diariamente durante tres meses, además de la medicación de rigor para el trasplante. Los análisis revelaron que la hepatitis C desapareció rápidamente. Con un riñón nuevo que funciona bien, tiene suficiente energía para jugar con su nieto.