El escenario es el glaciar Isla Pine, en la Antártida, del que hace unas semanas se desprendió un témpano equivalente en tamaño al Lago Llanquihue (una extensión de 860 km²).

“De todos los glaciares del mundo, este es el que hoy está aportando con más agua al aumento del nivel del mar, por lo que nuestras mediciones son muy importantes para ayudar a entender cómo va a cambiar en el futuro”, explica Andy Smith, jefe del programa científico de Investigación de la Estabilidad de la Capa de Hielo de la Antártica Occidental, que investigará por qué está derritiéndose.

La mayoría de los investigadores son británicos, aunque también hay de Estados Unidos, Francia, Australia y Noruega.

Aunque en el pasado se han hecho grandes expediciones a la zona, nunca antes se habían combinado tantos componentes: serán 1,000 kilómetros de travesía por tierra, además un largo viaje oceánico desde Inglaterra y vuelos al interior para obtener muestras de rocas.

Uno de los aspectos más atractivos de la expedición es el uso de una especie de submarino controlado remotamente, que se mete debajo del hielo y mide la temperatura, la salinidad y la circulación del agua marina.

Sobre el glaciar

El glaciar Isla Pine fue visitado por primera vez entre 1960 y 1961 por un equipo estadounidense que exploraba la masa glacial de la Antártica Occidental.

Esta no es la primera expedición al glaciar. En 2002, sobrevolaron por primera vez, en el marco de una campaña junto con la NASA. Los vuelos se repitieron en 2004 y 2008. 

Por tierra, llegaron en 2006 como parte  de la campaña al lago subglacial Ellsworth, que está en la parte alta del glaciar. Luego, nadie lo ha visitado por tierra.

La Isla Pine es como una capa de hielo estéril, sin flora y fauna autóctona, ni focas ni pingüinos.