Aquello era un revolú de colas, lenguas y correas. Unos para allá y otras para acá, dejaban saber su presencia a empujones, ladridos y “besos”, locos de alegría por estar en el Parque Stella Maris, en Condado, en un día que en un principio pintó lluvioso, pero les regaló una mañana caliente y soleada.

Todo iba bien hasta que pasó un perro. El ofensor se ganó el “odio” de Lady, quien rompió a ladrar desesperada, mientras su dueña, Tania Vázquez Rivera, la llamaba y trataba de calmarla. “Ya, ya, le ladró a tu hermano, lo sé”, le decía con dulzura. Lady no bajaba la guardia.

Vázquez Rivera, quien es secretaria del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y presidenta de la Junta de Calidad Ambiental (JCA), vigilaba de cerca a sus “hijos” Rusty, Sky y Luna, quienes también acudieron a su cita en el parque. Todos son satos, todos son dulces y protectores entre ellos, con personalidades bien distintas.

“Yo toda la vida he tenido perritos, pero éstos no estaban planificados”, confesó la funcionaria, quien llegó a la entrevista acompañada por su prometido para ayudarla a manejar a las “fieras”. “Todos fueron rescatados de la calle en diferentes momentos, con historias bien tristes… me los fui encontrando y son como nuestros hijos”, comentó Vázquez Rivera.

Luna, por ejemplo, llegó a  manos de la funcionaria  cuando esta vio a un hombre tirando la perrita  de cabeza al suelo. “Me tuvieron que aguantar… no estoy diciendo que apoyo la violencia, pero quien maltrata un animal…”, y prefirió dejar la oración en el aire, con una mueca. “Es la más viejita. Esa fue la primera”.

Ya estaba en casa Isis Marie, la gata. “Un día fui con una amiga a llevar al refugio un perrito que estaba enfermo e Isis Marie me escogió a mi, me rescató. Lleva 12 años conmigo”, dijo sonriendo.

Después de eso apareció Lily. “Un carro la atropelló y la dejaron tirada en medio de la calle en Fajardo… yo salí como una loca y la recogí; le partieron la cadera y dos patitas. Es una labradora, está conmigo desde hace 11 años y pesa 70 libras, es la más ñoña de todos”, confesó Vázquez Rivera.

Lady, la protectora, fue rescatada por su pareja. “Estaba en medio de la calle en Los Filtros y por poco la pisa un carro. Él paró el tránsito, abrió la puerta y ella le brincó encima. Es el amor de la vida de él”, comentó riéndose.

Laila estaba destinada a morir, según dijo su dueña al ponerla en un estatus de Facebook. “Salimos corriendo y la buscamos”.

No podrían faltar los dos hombrecitos de la casa, Rusty y Sky. “El primero estaba en Piñones, era un bebecito y estaba cundido de garrapatas. Y Sky estaba en Río Grande; también era un bebito y por poco se ahoga en la trampa de grasa de un restaurante”, recordó. 

Pero, licenciada, ¿cómo hace para atender seis perros y una gata?

“Pues, te levantas todas las mañanas a limpiar”, indicó suspirando la funcionaria. “Vivimos en un apartamento, imagínate, pero pronto nos vamos a mudar a una casa. Igual, después de limpiar les damos sus ‘snacks’ y mucho amor, y tenemos nuestra propia jauría. En casa de mami hay una más y dos en casa de mi suegro”, contó.

Lo que más la entristece es que sus “niños” se quedan solos todo el día. “Tenemos que trabajar para poder mantenerlos y en la noche llegamos a caminarlos, a darles comida y a jugar un rato con ellos”.

“La mejor terapia del mundo”

A juicio de Vázquez Rivera, quien se sienta triste en esta vida no tiene más que hacer que buscarse un perro y, si es sato, mejor. “Son lo más rico del mundo; uno llega con la tensión con la que yo trabajo todos los días, que no es fácil, y llegas a tu casa y tienes estos chicos bellos que lo único que quieren es amor y no les importa si estás enfogonado, triste, alegre, apestado… no les importa, te quieren incondicionalmente”, expresó la titular del DRNA. 

“Eso vale el sacrificio y se lo recomiendo a todo el mundo; todo el que me dice que tiene mucho estrés le digo que se busque un perrito, es la mejor terapia que hay en el mundo”, agregó. 

No se considera rescatista, pero no hay perro que pueda dejar abandonado a su suerte. “Yo no pensaba tener tantos perros, honestamente, pero no tengo el corazón para dejar un perrito tirado en la calle y no sé cómo la gente lo hace”, reconoció. 

Lady vuelve a ladrar y Sky observa atento. Laila da vueltas  mientras Rusty trata de montarse en las piernas de su dueña y vuelve la alegría, las colas, los besos. “Son el amor de mi vida”, dijo Vázquez. Y en su mirada se nota.