Algo insólito sucedió cuando Neil Armstrong y la Apolo 11 regresaron de la Luna con varias piedras: Cada uno de los 50 estados de Estados Unidos recibió una de ellas y a varias se les perdió la pista. Ahora, luego de años de investigaciones, un ex empleado de la NASA está a punto de recuperarlas. 

En las últimas semanas fueron ubicadas las de Luisiana y Utah, con lo que solo resta dar con las de Nueva York y Delaware. 

El abogado Joseph Gutheinz, que ha estado detrás de ellas, dice que le parece “insólito” que algunos estados no hayan preservado las piedras cuidadosamente y que desconozcan su paradero. Pero espera poder dar con las dos que faltan antes del 50mo aniversario de la misión de la Apolo 11, que se cumple dentro de un año. 

“Son un pedazo tangible de la historia”, sostiene. “La primera misión de Neil Armstrong... fue agacharse y recoger algunas piedras y polvo en caso de que tuviesen que hacer una partida súbita”. 

El gobierno del presidente Richard Nixon dio pequeñas muestras de la Luna a los 50 estados y a 135 países, pero no se guardaron registros y la mayoría desaparecieron, según Gutheinz. 

Cada estado recibió pequeñas muestras recubiertas de acrílico e incrustadas en una placa de madera, junto con una bandera del estado. Algunas fueron a parar a museos y otras se exhibían en los capitolios estatales. Pero casi ningún estado las registró en los archivos oficiales y Gutheinz afirma que muchos les perdieron la pista y simplemente no saben dónde están. 

Cuando Gutheinz empezó su búsqueda en el 2002, calculó que 40 estados no sabían dónde estaban las piedras. 

“Creo que todo esto obedecen en parte a que, honestamente, creíamos que los viajes a la Luna iban a ser algo común”, comentó Gutheinz. 

Pero hubo solo cinco viajes más, el último de ellos el de la Apolo 17 en 1972. 

De las piedras de la Apolo 11 cedidas a otros países, no se conoce el paradero del 70% de ellas. 

El gobierno repartió una segunda tanda de piedras de la Luna entre los estados y otras naciones después del viaje de la Apolo 17 y a muchas de ellas también se les perdió la pisada. 

La NASA no se interesó en lo que pasaba con ellas después de entregárselas al gobierno de Nixon, de acuerdo con su jefe de historiadores Bill Barry. 

Gutheinz fue un investigador de la NASA y descubrió a personas que vendían ilícitamente las piedras y pedían millones de dólares por ellas en el mercado negro. Las piedras lunares auténticas son consideradas tesoros nacionales y no pueden ser vendidas, señaló. 

El investigador dice que se dio cuenta antes de irse de la NASA de que muchas piedras estaban desapareciendo, pero que se abocó a su búsqueda solo después de dejar ese organismo. 

Ahora se desempeña como abogado en Houston y profesor universitario, y varios alumnos lo ayudaron en este proyecto. Todo lo que descubren lo guardan en un banco de datos. 

Muchas de las piedras de la Apolo 11 aparecieron en sitios inesperados: Con los ex gobernadores de Virginia Occidental y Colorado, en un edificio que almacena artefactos militares en Minnesota y con el ex capitán de un barco pesquero de la serie televisiva “Deadliest Catch” en Alaska. 

Las autoridades neoyorquinas dicen no tener registros de lo que sucedió con su piedra, en tanto que la de Delaware fue robada de un museo estatal el 22 de septiembre de 1977. Se hizo la denuncia, pero la policía nunca la encontró. 

En varios casos Gutheinz tuvo suerte. El diario The Advocate de Baton Rouge encontró la piedra de Luisiana a principios de agosto tras una llamada del investigador. 

En Utah tampoco había registros del paradero de la piedra, pero la Associated Press confirmó que estaba guardada en el Planetario Clark de Salt Lake City.