La entrevista que Alba Nydia Díaz le hizo de manera exclusiva a su invitada especial, Alba Nydia Díaz, ha dado mucho de qué hablar.

Como parte de una de las secciones del programa Juntos en la mañana, Alba Nydia presentó una entrevista en la que hace unas preguntas y ella misma se las contesta.

Me pareció una movida interesante y muy bien trabajada por la animadora desde el punto de vista artístico, pero inevitablemente fue también musa para la creatividad y el humor.

Los comentarios en la radio, televisión y hasta las parodias en las redes sociales que se hicieron de la entrevista original, funcionaron definitivamente, pues fue un gancho promocional muy efectivo. 

Pero más allá del vacilón, me puse a pensar que de vez en cuando debemos mirarnos al espejo y sacar un rato para autoevaluarnos con igual severidad y rigor o incluso mayor del que pretendemos evaluar a los demás, sin engañarnos a nosotros mismos, dar respuestas certeras y honestas a preguntas concernientes a nuestra realidad de vida.

¿Cuán feliz realmente somos? ¿Cómo anda nuestro matrimonio? ¿Mis hijos están recibiendo lo mejor de mí? ¿Hace cuánto no procuro a los viejos? ¿Estoy dando el máximo en mi trabajo? 

De esa autoevaluación, que debe ser continua, saldrán respuestas que en ocasiones serán contradictorias entre lo que decimos y exigimos a los demás y lo que realmente hacemos.

Nos daremos cuenta que en ocasiones exigimos y esperamos de los demás lo que no estamos dispuesto a dar nosotros mismos.

Señalamos y criticamos al vecino, pero no nos aplicamos la misma vara, predicando la moral en pantaletas o calzoncillos.

Lo ideal sería que respetáramos el derecho de cada cual a vivir como le parezca, siempre y cuando no le haga daño a los demás.

Sin embargo, si sus ansias de criticar y juzgar son tan intensas, comience por hacerlo con usted mismo.

Acepte el Alba Nydia Díaz Challenge, coloque una cámara de frente y hágase usted mismo las preguntas que diariamente se hace de los demás.

Es posible que cuando vea las respuestas, se le quiten las ganas de estar juzgando y criticando a todo el que le pasa por el frente.

Además, se darán cuenta que, teniendo tanto que mejorar en nuestro carácter personal, no hace sentido invertir tiempo y energías señalando las faltas de los demás.

Recomiendo, por lo tanto, que saquemos un ratito a la semana para entrevistarnos a nosotros mismos.

No hace falta subirlo a las redes ni desbordarnos en histrionismo, solo ser en extremo honestos y entender las respuestas como una guía para ser cada día mejores seres humanos.