Los boricuas aprovechamos cualquier ocasión para hacer un party y usamos al máximo la creatividad para asegurarnos de pasarla bien. 

La semana pasada recibí un mensaje de texto de unos buenos amigos invitándonos para una “cabrohemia” que estaba organizando el nuevo vecino de la comunidad. 

Lo mismo que está pensando usted me pregunté yo, ¿qué rayos es una cabrohemia? 

Me enviaron de inmediato la foto de un cabro adobado y listo para el fricasé, explicándome que nos estaban invitando para degustarlo mientras se disfrutaría de una bohemia; de ahí la combinación de palabras: cabro y bohemia. 

La verdad es que era una buena excusa, muy creativa por cierto, para reunir a un grupo de buenos amigos en su casa a pasarla bien. 

Aprovechaba la ocasión el nuevo vecino para presentarse de manera formal y abrir las puertas de su casa a la gente que residirá a su lado por los próximos años, sin nuevos vecinos.

La invitación era muy atractiva, no solo porque soy fanática del cabrito en fricasé y la buena bohemia, sino también porque quien invitaba, o sea el nuevo vecino de mis amigos, daba garantías de alta cocina: mi amigo Enrique Piñeiro; mejor conocido como el Chef Piñeiro. 

¡Bravo por Chef Piñeiro!

No solo el cabrito quedó para chuparse los dedos, sino también que empezó con el pie derecho como vecino. 

Debemos siempre procurar tener buenas relaciones con la gente que reside a nuestro lado.

Si trabajamos esas relaciones de forma correcta los vecinos se convierten en parte de nuestra familia. 

No se trata de estar metido todo el tiempo en la casa ajena, pero sí de preguntar de vez en cuando cómo están las cosas y si necesitan algo. 

El buen vecino no se muestra indiferente ante las necesidades de la comunidad y siempre que puede dar la mano lo hace. Al final es para el beneficio de todos. 

Lo mejor que uno sabe hacer lo pone a la disposición de los demás, por eso Chef Piñeiro sacó el caldero y abrió las puertas de su hogar. 

Las comunidades tienen que seguir reuniéndose, abrir las puertas de sus casas y convertir los balcones en lugares de encuentro.

¿Cómo es posible que haya vecinos viviendo años puerta con puerta sin dirigirse la palabra? 

 Los seres humanos fueron hechos para vivir en sociedad; la felicidad y el éxito en la vida tendrán mucho que ver con la manera en que nos relacionemos con los demás. 

En ese proceso de integración social los vecinos juegan un papel importante.

Nada nos cuesta acostumbrarnos a dar los buenos días, compartir la comida del fin de semana, pasar una cervecita por encima de la verja o un poquito de café. 

Saque el calendario y ponga en agenda compartir con los vecinos.

Dé usted el primer paso, como hizo Piñeiro, y asegúrese de llevarse bien con todos ellos.