Cuando  pensaba que el lunar con aspecto de barrito de adolescente que tengo en el medio de la frente había pasado con ficha ante las cámaras, veo en las redes sociales una caricatura de Miguel Bayón que lo retrata de forma exacta. 

También me dibuja la vena que se me brota cuando subo un poco la voz y la diferencia en tamaño que tienen mis dos dientes del frente. 

Son implacables nuestros caricaturistas, no dejan pasar ni una. 

La caricatura de Miguel no era la única... había muchas. Otras resaltaban los ojos saltones que acostumbro poner cuando reacciono sorprendida a alguna noticia y muecas que ya ni recordaba que hacía. 

Aquel derroche de creatividad formaba parte de un reto semanal que organiza el grupo de Facebook “Caricatura puertorriqueña en FB”.

Con ellos compartí luego más a fondo sobre el arte de la caricatura y su práctica formal como profesión.

El caricaturista utiliza su talento para comunicar entreteniendo. “Educar con humor” le llama el destacado artista Gary Javier, quien estableció en el año 2010 un récord Guinness al estar haciendo caricaturas por un periodo de 48 horas consecutivas. 

Me explicó que se fijan en las facciones y rasgos distintivos de las personas para exagerarlos. No siempre todos quedan complacidos. En ocasiones son objeto de censuras, como pasó hace unos años con una colección que se trató de exhibir en la Comisión Estatal de Elecciones.

Más dramático y trágico fue el atentando contra las oficinas del semanario Charlie Hebdo en Francia. 

En lo personal me encantan las caricaturas; me maravilla la forma en que estos artistas logran, en un periodo de tiempo corto, reproducir con tanta gracia y simpatía hasta el más mínimo detalle. 

Son una poderosa herramienta de comunicación que facilita la transmisión de todo tipo de mensajes, desde crítica social hasta información educativa. 

En ocasiones pudiera la caricatura, incluso, ser más persuasiva y efectiva que un artículo extenso en el periódico. 

No debemos nunca subestimar el valor que tiene el humor a la hora de transmitir información de valor para los pueblos. 

La gente quiere y necesita reír. No es casualidad los altos niveles de audiencia que logran en la televisión los programas locales de comedia. Tenemos que aprovechar la atención que brinda el ciudadano a estos espacios y su buen estado de ánimo para también hacer llegar mensajes importantes. 

La comedia, las caricaturas, la sátira, son buenos complementos a los vehículos tradicionales y más formales de comunicación.

No hay realidad ni crisis, por dura que sea, que no se beneficie del humor, por lo tanto nos toca promoverlo en todas sus manifestaciones.