El pasado sábado la pasé buenísimo en el concierto de uno de mis favoritos: Gilberto Santa Rosa. Lleno a capacidad el Centro de Bellas Artes. No paramos de cantar junto a Gilberto su amplio y variado repertorio. 

Y como siempre, varias sorpresas: el nuevo grupo Allegro, dirigido por el maestro Cucco Peña, espectacular: Dagmar, Juan Vélez, Hilda Ramos y Jesús Muñoz, a quien todos conocemos como Culebro Mendoza, el amigo inseparable del célebre Vitín. 

También estuvo el grupo Lími-T 21, que puso a gozar a la gente con su música y movimiento. Eso sí, se hizo evidente que los muchachos le dieron sin límite al lechón y los pasteles en Navidades pues exhibieron algunas libritas de más. ¡Pónganse pa’ su número, jijiji!

Uno de los momentos más emocionantes ocurrió cuando Gilberto subió a tarima a una pareja de novios mientras hacía una de sus interpretaciones. Al final, el novio se puso de rodillas, sacó una sortija y le propuso matrimonio. Ella, con sus ojos húmedos, lo abrazó y le gritó que sí. En el auditorio no faltaba el “¡Ay, qué bello!”.

Aunque esta ceremonia es bastante común, nunca deja de ser emocionante, sobre todo porque no siempre la respuesta es afirmativa. Cuenta el propio Gilberto sobre tarima que en Venezuela lo hicieron y que la novia dijo que no. 

También encontramos en YouTube vídeos de ocasiones en que el resultado ha sido negativo. Aun así, me parece que vale la pena el riesgo. Cuando uno está enamorado o enamorada tiene que apostar al amor. Claro, hay que disminuir el riesgo y asegurarte que haces la declaración pública cuando ya la relación está madura, pues como dulce es el sí, un no público debe ser bastante amarguito. 

Por fortuna, esa no fue la ocasión el pasado sábado. Todo fue alegría y amor del bueno entre aquellos jóvenes que no olvidarán nunca el bolero que Gilberto les dedicó y que inevitablemente se convertirá en la canción de la pareja. 

Demostrarse amor en público me parece una buena cosa, queda como recuerdo. No tiene que ser una expresión tan contundente como la del sábado, o las que hacen durante los juegos de béisbol, que también me encantan, o las avionetas que contratan para llevar  mensajes, o los cruzacalles románticos frente a las casas. Pueden ser cositas más sencillas. Como dedicarle una canción, un besito delante de la gente, hablar bonito de tu pareja en público, agarrarse de  manos mientras caminan por la plaza. No hay por qué reprimir el amor. No hace daño manifestarlo públicamente. Todo lo contrario. 

Así que con San Valentín tocando a la puerta, si has estado un poco discreto o discreta en tus muestras de amor, ponte creativo. Busca la forma de gritarle a tu pareja cuánto la amas y que te importe poco sonrojarte por eso.