Independiente de cuánta lluvia caiga y cuán duro sople el viento, esta será una temporada de huracanes difícil, muy difícil.

El trauma post María es una realidad inevitable y sobran razones para preocuparnos.

Son muchas las familias que aún carecen de agua y luz, teniendo también que depender de toldos azules para guarecerse de la lluvia y el sereno.

Somos conscientes de la fragilidad del País y del daño enorme que nos ocasionaría cualquier ventarrón.

Por eso la ansiedad brota de forma automática al escuchar que algo, lo que sea, se aproxima al Caribe con potencial de “desarrollo ciclónico”.

Me atrevo usar esas palabras que aprendí con Roberto Cortés, Ada Monzón y otros porque, de una u otra forma, todos en Puerto Rico hemos aprendido a la mala un poco de meteorología.

Es por ello por lo que cuando vemos el mapa en la sección del clima sabemos que puede representar una amenaza.

Sin embargo, esta vez el trauma post María hace que todo se vea un poquito más grande y más peligroso. No es para menos y es como debe ser.

Como nunca debemos prevenir y tomar cada amenaza como algo serio. Vamos, eso no significa que no se puede vacilar en las redes con el tema, como algunos proponen, tampoco así.

El boricua seguirá sacándole punta a todo lo que le pasa por el frente y eso incluye sus tragedias. Reírnos es también importante, eso sí, hay que saber separar el grano de la paja y atender con seriedad los asuntos que lo merecen.

Ya recibimos la primera visita, Beryl, y aunque causó un poco de histeria inicial, luego todo se atendió de acuerdo con la proporción de la amenaza. 

Bueno mi gente, el privilegio de vivir en la isla más hermosa del mundo viene acompañado de duras realidades, una de ellas es la temporada de huracanes. Esperemos en Dios que esta vez no se antoje otro huracán de entrar a nuestra isla, pero si así fuera nos tocará enfrentarlo, esta vez mejor preparados luego de la experiencia de María.

Asegurarnos que tenemos las cosas básicas en nuestras casas para proteger a nuestra familia y estar en buena actitud para dar la mano en la comunidad y ayudar en todo lo que podamos.

Estoy confiada en Dios de que esta temporada de huracanes no tendrá uno para nosotros, pero sigo preparándome para por si acaso.